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no hay vía imposible

Edu Marín, el escalador que tocó el cielo tras hundirse en el pozo

Es uno de los escaladores más famosos del mundo subiendo paredes de más de 500 metros junto a su padre de 69 años. Su vida esta marcada por el éxito adolescente y una bajada al infierno que casi acaba con su carrera.
Todas las fotos: archivo Edu Marín

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La historia del deporte tiene una larga ristra de juguetes rotos por malas decisiones e incapacidad de digerir el éxito siendo casi adolescentes. Desde los más extremos, como Len Bias, que falleció por una sobredosis de cocaína la noche que celebraba su elección como número 2 de draft de la NBA, hasta Sergio Marrero, defensa canario que acabó vagabundeando por la capital tras desfasarse en demasía al fichar por el Atletico de Madrid. Por suerte, hay un mundo entre estos casos y el de Edu Marín, que supo rehacerse de una mala época y decidió que esto de rendirse no iba con él.

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El día que cumplía 30 años Edu Marín anotó Sansara en su libreta, en los Alpes austriacos

La aparición de Marín en el mundo de la escalada deportiva es de las más meteóricas que se recuerdan. Con 12 años, este barcelonés de 31 años empezó a escalar junto a su padre y al poco tiempo su cuerpo rechoncho mutó en el de un gimnasta de alto nivel. Cinco años después se proclamaría Campeón del Mundo juvenil en Bulgaria y entraba de lleno en el top mundial de su deporte, lugar en el que se mantendría varios años, ganando pruebas de Copa del Mundo de escalada y varios Campeonatos de España.

Pero el respeto entre escaladores se cocina en la roca, y allí Marín era aún mejor que compitiendo en un rocódromo. Su mayor éxito lo consiguió en Siurana, Tarragona, auténtica meca de la escalada internacional, cuando con 22 años llegó a lo más alto de La Rambla, la pared de escalada deportiva de vías "cortas" -de hasta cincuenta metros de alto- más difícil del planeta en ese momento. Edu fue el segundo hombre en escalarla, superando, incluso, a Chris Sharma, auténtico gurú de este deporte.

Edu en uno de sus últimos logros, la conquista de Chilam Balam en Villanueva del Rosario. Una de las vías más duras y míticas del mundo

Todo iba viento en popa en su vida: ganaba dinero haciendo lo que más le gustaba, tenía fama mundial y le esperaba una larga carrera de éxito, un triunfador vaya. Pero llegó un punto en el que algo falló y su cabeza desconectó. Lesiones, desmotivación y malas decisiones acabaron por descentrarlo. Edu perdió la chispa que lo había llevado a lo más alto.

Este espiral destructivo acabaría explotando en 2007 cuando dio positivo por cocaína en un control anti-doping en una prueba de la Copa del Mundo. Una evidencia de un problema mental, ya que a nadie se le ocurriría consumir farlopa para mejorar su rendimiento, y menos en un deporte tan metódico como la escalda, donde la gestión de los nervios cuenta casi tanto como la fuerza en los bíceps.

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El resultado de ese positivo fueron dos años de sanción y una vida deportiva que se partía por la mitad. Edu pasó el castigo resignado pero siempre con esperanza de volver cual ave fénix: estaba convencido de que aún no había dicho la última palabra. El catalán se reincorporó al circuito una vez cumplida la sanción, pero los resultados no acompañaron. Jamas volvió a entrar en un podio internacional y deambulaba en puestos indignos a su nombre. Pese a ello, lo seguía intentando aunque su cabeza vivía atormentada por éxitos pasados, tal y como contaba él mismo en este vídeo.

Poco después, y tras lesionarse en el dedo en el Campeonato del Mundo de París de 2012, Marín dijo basta, y esa sería su última competición internacional. Sabía que necesitaba reinventarse para volver a estar en el top, y vaya si lo hizo. Fijó su objetivo en el big-wall, grandes paredes de centenares de metros y muchas horas de escalada, y decidió que su compañero de viaje sería su padre, un veterano escalador barcelonés de 69 años. Con esa loca idea en la cabeza puso todo su empeño -y enorme talento- para conseguir volver a ser el número uno.

Y al fin resurgió de sus cenizas, más fuerte que nunca. Tres años más tarde, los Marín han escalado algunas de las paredes más difíciles y peligrosas del continente y están considerados como una de las mejores y más completas cordadas del mundo.

Edu Marín es imagen de la marca Mammut y otras conocidas firmas del mundillo, todo vuelve a ir viento en popa. No ha perdido el tiempo, escalando Orbayu, Bellavista, Pan Aroma, Digital Crack, Voie Petit o Wogü en tiempo récord. Prueben de nombrar estas vías a cualquier aficionado a la escalda y verán como cae de culo. Sería el equivalente a ganar la Liga, la Copa y la Champions League. Edu ha superado definitivamente sus problemas mientras piensa en su próximo objetivo: escalar The Nose en el Capitan, el gran muro de Yosemite, con 900 metros de altura. Y no lo quiere hacer con un método "fácil", sino en estilo libre, algo que sólo han conseguido cuatro humanos hasta la fecha. El fénix volverá a desplegar sus alas.