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Conor McGregor quiso ser el héroe del pueblo... y el UFC se lo cargó

El todopoderoso UFC reaccionó de forma implacable cuando detectó que Conor McGregor intentaba aparcar el materialismo y el narcisismo para convertirse en paladín de las causas nobles.
Photo by Jeff Bottari/Zuffa LLC

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Hace apenas un mes y medio, Conor McGregor era lo mejor que le había sucedido al Ultimate Fighting Championship: un talento enorme y un reclamo único para la mayor productora de eventos de artes marciales mixtas (MMA) de todo el mundo.

Hoy, en cambio, el irlandés parece desahuciado, proscrito por el imperio del UFC.

¿Cómo hemos llegado tan lejos?

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Durante años, cada cartel que encabezó McGregor rompió récords de taquilla y cada pelea que luchó superó los límites de creatividad e improbabilidad. Ahora, sin embargo, Conor y los jefazos de la UFC —el presidente Dana White y el CEO Lorenzo Fertitta— se han distanciado miles de kilómetros.

Un diminuto pero trascendental tuit de McGregor, seguido por una respuesta incriminatoria de White, ha generado una especie de guerra fría en el universo de las MMA.

I have decided to retire young.
Thanks for the cheese.
Catch ya's later.
— Conor McGregor (@TheNotoriousMMA) 19 de abril de 2016

Por un momento pensé que McGregor estaba siguiendo el numerito del UFC: en respuesta a las críticas de White —que dijo que el irlandés se negó a cumplir con las obligaciones con los medios antes de la revancha con Nate Diaz en el UFC 200—, el actual campeón de peso pluma del UFC argumentó que, al ser el boxeador más rentable de la historia del UFC, ya había aportado mucho en las actividades de promoción y creía que se había ganado algo de margen de maniobra respecto a la empresa que ayudó a propulsar al mainstream.

"Yo no denegué todas las peticiones de los medios, simplemente quería un pequeño ajuste de agenda que fue denegado", escribió McGregor. "Me pagan para luchar, aún no me pagan para promover. Con el juego de la promoción me he perdido y he olvidado el arte de la lucha".

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La respuesta de sus colegas fue abrumadoramente favorable, en especial si tenemos en cuenta la complicada relación que muchos de los compañeros tienen con McGregor.

Conor McGregor en una pela contra José Aldo durante el UFC 194. Imagen cortesía de Monster

Según parece, McGregor habría dado en el clavo y puesto sobre el tablero una preocupación que otros participantes de menor éxito solo habían expuesto entre dientes: las demandas unilateralesde promoción que el UFC pide a sus combatientes pueden ser exageradas y agotadoras.

De repente parecía que el irlandés McGregor —materialista entre materialistas, narcisista entre narcisistas— se estaba convirtiendo en algo más grande que él, en un portavoz que podría pasar de bocazas talentoso a figura histórica, un camino trazado por Muhammad Ali hace 50 años.

Igual que Ali convirtió su obsesión por sí mismo en una herramienta de concienciación racial y de despertar político, McGregor parecía ser capaz de aprovechar su poder individual como rey de las MMA para defender una mayor autonomía de los luchadores.

Conor McGregor levantando el dedito como diciendo: "soy el número uno". Pues sí, pero el UFC ha dado un golpe encima de la mesa. Imagen cortesía de Monster

Sus razones aparentemente egoístas para anular las obligaciones contractuales —"ahora debo aislarme… estoy haciendo lo que yo necesito"— tenían el potencial de resonar y transformarse en algo más grande, en una especie de reivindicación compartida junto a sus compañeros del UFC. De repente, casi se podía imaginar a Conor McGregor como el héroe del pueblo.

Pero el UFC no se convirtió en el UFC sin recibir mazazos. Dana White lo dejó bien en claro cuando afirmó que McGregor ya no lucharía contra Díaz en el evento UFC 200 por negarse a cumplir sus compromisos.

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Con esta situación, el sentido común del apostador determinaría que McGregor tenía la mano fuerte para negociar, que podría haber hecho peticiones y reivindicar más derechos —ya fueran individuales o colectivas. No obstante, justo en el momento crucial los misteriosos instintos de McGregor parecieron fallarle: el domingo 24 de abril escribió en Twitter que volvía al cartel del UFC 200 e incluso agradeció Blanco y Fertitta por "conseguir cerrar el trato de cara a los aficionados".

Conor McGregor y Nate Díaz debían enfrentarse en el UFC 200 de Nueva York, pero de momento parece que el Madison Square Garden se quedará sin ver al luchador irlandés. Imagen cortesía de Monster

El asunto fracasó al día siguiente, cuando Dana White afirmó que McGregor no había vuelto al cartel y que no sabía de dónde había sacado esa idea el irlandés.

"No sé por qué lo hizo", explicó White. "Todavía no he hablado con él. Ya explicamos el tema en una rueda de prensa, así que cómo puedo dejarlo más claro". El UFC, que es propiedad de varios dueños de casinos, había levantado el farol de McGregor.

Ahora mismo parece que estamos en una nueva fase de la disputa: el UFC se reafirma como una competición que está por encima de un solo luchador. La entidad quiere dejar claro que nadie, por muy importante que sea, será capaz de cambiar el sistema.

Dana White asegura que el campeón no peleará en Nueva York, y lo dice siendo consciente de los millones que generaría un combate de McGregor en el Madison Square Garden. A pesar de las alargadas raíces irlandesas de la Gran Manzana, la ciudad podría quedarse sin ver al luchador más mediático de los últimos tiempos.

Así de duro negocia el UFC, y así negocian en Las Vegas.

Si de verdad te gustan las MMA, encontrarás imprescindible la cuenta del autor en Twitter: @JoshRosenblatt1