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Por qué los equipos de la NBA siguen liándola parda en el draft

Los Lakers y los Sixers dieron pena en esta temporada, de modo que ahora pueden elegir a los jóvenes más prometedores... pero ojo, porque eso no garantiza el éxito en absoluto.
Brad Penner-USA TODAY Sports

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Los Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers tendrán mañana el honor de ser los primeros en elegir jugadores en el Draft de la NBA. Después de una temporada en la que ambas franquicias se han combinado para producir (voluntariamente) 137 derrotas, la lotería previa al evento les dio a los aficionados de ambas franquicias motivos para soñar. Ben Simmons, ¡ven aquí! Brandon Ingram, ¡ha llegado tu hora!

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Sobre el papel, ese es el sueño que la liga ofrece cada año con la excusa de la lotería y el draft. Una vez cada 365 días, los equipos que no alcanzan los play-offs —y los que no vendieron sus elecciones a los Boston Celtics— se juntan para presenciar a escondidas un sorteo ultrasecreto con pelotas de ping pong del que nunca debe chivarse el resultado a Dikembe Mutombo antes de tiempo.

Las franquicias cruzan los dedos y esperan tener la oportunidad de elegir a la estrella del futuro que cambie su agrio destino.

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Sin duda, ese era el anhelo de los Lakers y los Sixers cuando eligieron al número dos y tres en el draft del año pasado… y también cuando eligieron entre los diez primeros en 2014.

Cuando estás a punto de unirte al proceso: Ben Simmons será el primer pick del draft e irá al pozo sin fondo de los Sixers. Foto de Christopher Hanewinckel, USA TODAY Sports

De hecho, en los últimos años la lotería ha reavivado los sueños de los Minnesota Timberwolves, los Sacramento Kings, los Phoenix Suns, los Orlando Magic, los Utah Jazz, los New York Knicks y los Denver Nuggets; ninguno de ellos ha logrado pisar los play-offs desde 2014. Tres de ellos tampoco estuvieron en 2013… y si eso ya te parece horrible, imagina el caso de los Kings y los Wolves, que llevan más de una década yéndose de vacaciones cuando se acaba la fase regular.

Para muchas franquicias de la NBA, la lotería del draft se ha convertido en el momento que define las vidas de sus fans: cada año se les promete un futuro mejor… y nada. Estos equipos no pueden —o no saben— escapar de lo que he bautizado como el círculo vicioso de la lotería, que funciona de la siguiente manera:

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● Un equipo elige a un jugador en la lotería.

● Como la investigación económica indica, los picks más altos tienden a tener más minutos en pista de lo que su productividad realmente justifica. Además, un novato tiende a ser un jugador por debajo de la media de nivel de la NBA.

● Dar más minutos a un jugador por debajo de la media aumenta las posibilidades de que el equipo vuelva a la lotería.

● Con su billete de vuelta a la lotería, el equipo elige a otro jugador que, como novato, recibe más minutos en pista de lo que su nivel merecería.

● Dar a dicho jugador tantos minutos incrementa las probabilidades de que el equipo vuelva otra vez a la lotería.

● Ahora puedes volver al primer punto y… ¡bienvenido al círculo vicioso!

Vista de esta manera, la estrategia de construir un equipo a través de la lotería del draft puede parecer… no sé, una mierda pinchada en un palo. En defensa de quienes toman las decisiones en los despachos de la NBA, no obstante, cabe decir que la lógica de fondo tiene sentido.

Los equipos que no son los suficientemente buenos para aspirar al título se juegan 'a los dados' su reconstrucción y su mejora, descartando a sus jugadores más establecidos para elegir a jóvenes promesas que quizás acaben rindiendo mejor que la actual plantilla. Quizás, aunque es lo más complicado, uno de ellos rendirá como un crack y se convertirá en la superestrella que cambie el rumbo de la franquicia.

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Cuando esta estrategia funciona, funciona a las mil maravillas: entre 2007 y 2009, los Oklahoma City Thunder eligieron a Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden con tres picks altos consecutivos. Desde entonces son uno de los mejores equipos de la liga.

¿Hasheem Thabeet jugó con los Thunder? Wow. Foto de Mark D. Smith, USA TODAY Sports

La cuestión es que, en el mejor de los casos, los Thunder son un ejemplo muy particular. Lo más normal es que los equipos se queden encallados: desde que la lotería del draft se instauró en 1984, 21 de los 30 equipos de la liga se han quedado fuera de los play-offs durante períodos de cinco o más años consecutivos.

¿Qué significa esto? Puedes que los jugadores de franquicia, como Durant y Westbrook, no aparecen cada dos días. Para conseguir uno necesitas mucha, muchísima suerte.

Al mismo tiempo, los equipos no tienen buen olfato cuando la oportunidad llega: Hasheem Thabeet, por ejemplo, fue elegido por encima de Harden en su día. Lo que retrata a la mayoría de franquicias es el pobre trabajo que hacen al seleccionar jugadores productivos, aquellos que sin ser estrellas son vitales para convertirles en aspirantes al título.

Las pruebas sugieren que este último problemilla tiene poco que ver con la mala suerte y mucho con las prioridades mal trazadas por los ojeadores.

Los equipos de la NBA acostumbran a decir a sus aficionados que lo miran "todo" antes de elegir a su jugador en el draft… y sí, en gran parte eso es cierto. En una investigación que hice junto a Jennifer VanGilder y Steve Walters, encontramos que la posición de los jugadores universitarios en el draft tenía mucho que ver con su habilidad para anotar, repartir asistencias, taponar tiros y evitar faltas personales.

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Los atributos físicos medidos en el NBA Draft Combine, como ser más alto o tener más salto vertical, también ayudaban bastante. La última variable que ayudaba ostensiblemente a subir la posición de una promesa en el draft era si jugaba por un equipo ganador… y especialmente si llegaba a la Final Four de la NCAA.

Resumiendo, los factores que más impactan en las perspectivas de un jugador son su edad, sus estadísticas totales y el porcentaje de victorias del equipo por el que juega. Por ejemplo, si eres un anotador joven en un equipo ganador, los que cortan el pan en la NBA se van a apuntar tu nombre.

En nuestro estudio hemos probado, de hecho, que un jugador que se desempeñe en un equipo con un porcentaje de victorias inferior al 40% no tiene ninguna posibilidad de ser drafteado. Eso significa que hay una numerosa población de profesionales en potencia que son ignorados por el mero hecho de que sus compañeros no fueron lo suficientemente buenos.

Igual que un traje de gala, los compañeros de Brandon Ingram le ayudaron a parecer muy bueno. Foto de Mark D. Smith, USA TODAY Sports

Este sesgo a la hora de seleccionar jugadores podría afectar a los dos principales candidatos a hacerse con las primeras posiciones de la clase de 2016, Simmons e Ingram. El primero es un freshman de 2,08 metros que promedió 19,2 puntos y 11,8 rebotes por partido en Louisiana State (LSU) con unos porcentajes de tiros de dos del 56,1%. Si nos basamos en su hoja estadística, podemos calcular que su valía era de 0,332 triunfos por 40 minutos con los Tigers —una cifra tres veces superior al resto de candidatos al draft.

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Por el contrario, Ingram —un novato de 2,05 metros—, promedió 17,3 puntos y 6,8 rebotes por partido con unos porcentajes del 46,4% en trios de dos y un 41% en triples jugando para la universidad de Duke. En total, produjo solo un 0,144 de victorias por 40 minutos: en otras palabras, fue menos de la mitad de productivo que Simmons.

Si nos fijamos en el rendimiento sobre la pista, Simmons tiene pinta de ser una primera elección obvia —y además ya nos lo han chivado. No obstante, dado que los encargados de tomar decisiones en la liga dan un peso injustificable a la actuación de los jugadores en el baloncesto universitario —y claro, Duke consiguió más éxitos que LSU en la NCAA—, la elección quizás termine siendo más reñida de lo esperado.

Nuestra investigación nos demuestra que jugar en una universidad ganadora no tiene nada que ver con rendir mejor en la NBA; es más, ninguna de las cualidades más buscadas en el draft —juventud, anotación en la liga universitaria y buenas estadísticas generales en las libretas de los ojeadores— suelen servir para predecir el rendimiento posterior a nivel profesional.

Esto, en parte, explica por qué los equipos que participan en la lotería del draft suelen cometer graves errores. ¿Qué es lo realmente importante, pues, a la hora de predecir el rendimiento de los jugadores en la NBA?

Según nuestra investigación, hay dos cosas que destacan: los porcentajes de tiro y los rebotes. La eficiencia de tiro, sin embargo, no tiene un gran impacto en las elecciones del draft; Ingram tenía problemas a la hora de anotar tiros de dos, y sin embargo muchos le consideran el talento más prometedor. Los rebotes, por su parte, no parecen afectar en absoluto la posición en el draft.

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Está claro que adivinar el rendimiento en la NBA a partir de las prestaciones en la universidad es complicado. Al fin y al cabo, las promesas universitarias juegan un número limitado de partidos frente a rivales generalmente inferiores. No obstante, la tarea se hace aún más difícil cuando das más valor a la información menos útil y desprecias la más representativa.

A día de hoy, las estadísticas de los partidos universitarios son bastante más precisas para predecir el rendimiento profesional de un jugador que la posición en la que este salga elegido en el draft… lo cual es bastante difícil de entender si tenemos en cuenta la cantidad de tiempo y esfuerzo que invierten las franquicias en scouting.

El draft, al fin y al cabo, es una apuesta: el problema es que los equipos de la NBA tienen tendencia a pegarse tiros en el pie en vez de optimizar sus posibilidades.

Los fans deben poder soñar e imaginar cómo la lotería va a transformar su cuadrilla de perdedores en una escuadra de éxito, pero también deben tener en cuenta una verdad terrible: mientras los ojeadores se centren en la cantidad de puntos por partido de los jóvenes de universidades ganadoras en vez de fijarse en la eficiencia de sus tiros y en su capacidad reboteadora, la ruleta del draft seguirá siendo puro azar.

Podéis consultar más investigaciones sobre deporte, economía y matemáticas en el Twitter del autor: @wagesofwin