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el nuevo serge ibaka

Hablamos con el español más prometedor del baloncesto universitario

Esta es la historia de Yankuba Sima, un jugador catalán de origen gambiano que logró dar el salto a la NCAA y convertirse en uno de los talentos más prometedores del baloncesto español.
Todas las imágenes son cortesía de Aitor Labrador

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La historia de Yankuba Sima es la de un atleta hecho a sí mismo, que después de superar infinidad de dificultades ha sabido coger el tren que más le convenía para explotar un potencial al que resulta difícil poner límites.

Después de deslumbrar en su estreno con España en el Europeo de baloncesto sub'18 de 2014, Sima pasó del más completo de los anonimatos a ser bautizado como 'el Ibaka de Girona'.

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"No es un apodo que me guste, prefiero que me llamen por mi nombre", reconoce desde la universidad de St. John's, donde vive su primera experiencia en la NCAA, la liga universitaria estadounidense.

Nacido y criado junto a seis hermanos en el seno de una humilde familia gambiana, Yankuba pronto vio en el baloncesto una forma de cumplir sus sueños: "Empecé a jugar cuando tenía siete años en Santa Eugènia y luego fiché por el Sant Josep, donde estuve tres o cuatro años", recuerda.

Yankuba Sima anota una bandeja en el partido entre St. John's y Syracuse.

Su talento había pasado desapercibido para los técnicos de la Federació Catalana de Bàsquet… hasta que en 2013 consiguió una prueba en la Canarias Basketball Academy (CBA) que le sirvió para poder continuar su formación en este prestigioso centro internacional.

Yankuba encontró en Gran Canaria las facilidades para centrarse en su gran pasión mientras mejoraba su inglés; todo con el fin de conseguir un hueco en un programa universitario estadounidense.

Después de unos meses en Gambia, donde pudo conocer "a toda mi familia", en 2014 se embarcó definitivamente en su aventura americana en el Elev8 Institute. Tras un verano movido escuchando ofertas, el catalán se decantó por St. John's, la histórica universidad católica del distrito neoyorquino de Queens.

El físico de Yankuba Sima parece diseñado para el baloncesto: los 2,10 metros del pívot gambio-catalán le permiten tirar por encima de prácticamente todos sus rivales.

Haciendo gala de una madurez poco habitual, el joven pívot es consciente del privilegio que supone completar su formación en un escaparate como la Gran Manzana: "La ciudad tiene gran parte de culpa de que esté aquí. Es única, el mercado aquí no es normal".

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Su estreno en el Madison Square Garden es el recuerdo que "sin duda" guarda con más cariño. Fue el 13 de diciembre en la victoria de los johnnies sobre el gran rival estatal, Syracuse (84-72), en la que acarició el doble-doble con 9 puntos y 8 rebotes.

"Había un ambientazo increíble, como 15.000 personas. Y además, hicimos un muy buen partido", recuerda.

Aquel triunfo frente a los orange fue uno de los pocos logrados esta temporada por una institución que se ha propuesto revivir sus días de gloria. ¿Y quién mejor que uno de sus exalumnos aventajados para devolver a los red storm donde les corresponde?

El entrenador de St. John's es ni más ni menos que Chris Mullin, un jugador de leyenda de la NBA.

Después de sendos pasos por los despachos de Golden State Warriors y Sacramento Kings, el ilustre Chris Mullin —antiguo componente del Dream Team de Barcelona'92— decidió hace un año dar un giro a su carrera y reencontrarse con su pasado.

Pese a no contar con ninguna experiencia en los banquillos, el bicampeón olímpico en Los Angeles'84 y Barcelona'92 no pudo resistir la tentación de dirigir al college que le había convertido en leyenda.

Su reto: devolver a los johnnies a la élite de la NCAA tras tres décadas de sequía a pesar de haber formado a una nómina de ilustres profesionales como Ron Artest, Felipe López o el malogrado Malik Sealy.

La última presencia de St. John's una Final Four de la NCAA se remonta a 1985. Fue entonces cuando el equipo dirigido por Lou Carnesecca cayó en semifinales frente a Georgetown pese a contar con otras dos estrellas de la NBA en ciernes como Mark Jackson y el propio Mullin… y otro anotador de lujo como Walter Berry, ex jugador del Atlético de Madrid-Villalba —sí, el Berry que anotó 52 puntos al Real Madrid en su debut—.

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Walter Berry, ex del Atlético de Madrid-Villalba, durante su época en St. John's.

La realidad ahora es diferente. Mullin se foguea con un equipo inexperto pero plagado de talento. "Solo hay tres jugadores que estaban aquí el año pasado y somos seis de primer año (freshman)", apunta Yankuba. "Quizás lo podríamos hacer un poco mejor, porque podríamos haber ganado más partidos y hemos perdido muchos por pequeños detalles".

A diferencia de la tónica general en la NCAA, St. John's quiere construir bajo la batuta de Mullin un proyecto sólido, reclutando talentos en Europa y África.

"Tenemos jugadores de Guinea (Felix Balamou), Mali (Kassoum Yakwe), Francia (Ron Mvoulka), de Italia (Amir Alibegovic y Fede Mussini), yo que soy de España… y para el año que viene un alemán (Richard Freudenberg). Es una visión muy global", sostiene.

En su caso, una conversación con Mullin le ayudó a disipar dudas, a pesar de que contaba con ofertas de mayor calibre como las de Villanova y Arizona: "Me convenció, me hizo sentir cómodo. Él tiene mucha culpa de que yo esté aquí. Me brindó la posibilidad de tener muchos minutos como 'freshman'. Si hubiese ido a otra universidad, no habría tenido la oportunidad de jugar. Me hicieron sentir importante".

El entrenador Chris Mullin bromea con sus jugadores en la cancha del St. John's.

Además de reconocer que la relación es "muy buena", Yankuba destaca la capacidad de diálogo y comprensión de Mullin con sus pupilos.

"Como él también ha pasado por aquí y ha tenido esta experiencia, nos enseña a llevarlo todo mejor. Además, él también es nuevo, y estoy seguro de que todos vamos a mejorar", explica.

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Además de los entrenamientos, los viajes y los partidos, el pívot asume sus obligaciones académicas como cualquier otro universitario. Así es la NCAA. "No podemos faltar a ninguna clase, tenemos que ser puntuales, hacer los deberes y los exámenes…".

Su día a día transcurre entre las aulas, el pabellón y la residencia de estudiantes en la que vive. En el campus, sus 209 centímetros y 2,20m de envergadura le delatan. "Es normal", responde al ser preguntado si le reconocen. "Si eres jugador de baloncesto, todo el mundo sabe quién eres. Es muy divertido, la verdad".

Recién recuperado de una fractura en la mano que le tuvo fuera de combate un mes, el internacional español intenta recuperar la forma en el momento más decisivo. "Ya no tengo dolor, pero me tengo que poner en forma, y no estoy jugando igual", reconoce a las puertas del torneo final de la Big East que tendrá lugar entre el 9 y el 12 de marzo en el Madison Square Garden.

"Es una conferencia muy dura. Pero aunque vayamos perdiendo, vamos con todas las ganas. Y si nos dan por muertos, algún día vamos a dar la sorpresa", advierte.

Chris Mullin en su época universitaria frente a una joven promesa de North Carolina: un tal Michael Jordan.

Las buenas actuaciones frente a favoritas como Villanova y la victoria ante DePaul que truncó una racha de 16 derrotas consecutivas les han devuelto la ilusión de convertirse en la 'cenicienta' de este año: "La temporada aún no se ha acabado. Nos queda el Big East Tournament que se puede ganar. Y si lo ganamos, llegar al torneo del March Madness".

Después de la locura de marzo, Yankuba podrá hacer balance junto a los suyos. "Mi madre y mi hermana vendrán pronto a visitarme", afirma. "Les echo de menos. Pero ya estoy acostumbrado, llevo tres años fuera de casa".

El barrio de Jamaica, el mismo que vio nacer a Lamar Odom y 50 Cent, será la suya al menos otro año más. "¿El draft? Hay gente que está esperando que vaya ya, pero no hay prisa. Si tiene que llegar ya llegará".

Así es Yankuba, un talento en estado puro con la cabeza bien amueblada. Recuerda su nombre.

Sigue al autor en Twitter: @aitor_8a