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La revolución en la FIFA está llegando de la mano de las mujeres

¿Hay esperanza para la FIFA, o seguirá siendo una especie de club privado de corrupción y crimen? Hablamos con Moya Dodd y Sonia Bien-Aime, dos mujeres que luchan contra la podredumbre de la organización... desde dentro.
Foto de Arnd Wiegmann, Reuters

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Mayo de 2011: Mohamed Bin Hammam, jefazo del Mundial de Qatar 2022, compadrea con Jack Warner, presidente de la CONCACAF y de la Unión Caribeña de Fútbol, en un hotel trinitense durante un acto infumable al que invita a todos los delegados.

Se les anuncia que les espera una sorpresa en sus habitaciones. Fred Lunn (Bahamas) es de los más rápidos en subir: le recibe una joven que le entrega 400 dólares en concepto de soborno.

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Fred lo rechaza y se chiva a las autoridades. Al volver a sus tareas, da con una compañera, Sonia Bien-Aime, que tampoco quiso el dinero. Son dos de los tres que no sucumbieron al vil metal ese día.

En 2015 Sonia entra en el órgano de gobierno FIFA aunque en un puesto indefinido. Igual ocurre con Moya Dodd, exfutbolista australiana. Vicepresidenta de la Confederación Asiática y miembro FIFA desde finales de 2014, protagonizó una historia similar cuando, al volver a su habitación de hotel en Sao Paulo ese verano, se encontró un reloj de 25.000 dólares cortesía de la Federación Brasileña que organizaba el Mundial.

No sólo no lo aceptó sino que lo trasladó al Comité de Ética, que intercedió. Pese a que la FIFA anunció seguir el caso, nunca más se supo.

Gianni Infantino, el actual presidente de la FIFA. Imagen vía Kremlin.ur

El asunto de la cuota rosa

Dodd y Bien-Aime son oasis: honradas, trabajadoras, leales a su causa. Gianni Infantino, presidente de la FIFA —el hombre de los sorteos: un tipo preparado, políglota y joven— vio en ellas a un nicho progresista para remodelar el cuarteado Comité Ejecutivo.

Entre las medidas de cambio propuso la popular cuota rosa: quería una mujer por confederación a partir de ese año. La UEFA ha elegido la suya: Florence Hardouin, cercana al inhabilitado Platini, sin experiencia en fútbol femenino ni cargo definido en la federación francesa en la que trabaja.

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Ganó con el 61% de los votos a Karen Espelund, exjugadora con treinta años de dedicación casi íntegra a esa causa. Una vez derrotada, Espelund lamentó el sino de las «votaciones políticas». Los vicios que aquejan a la organización golpean también las designaciones internas pensadas para enviar un mensaje de modernidad.

La ex futbolista australiana Moya Dodd que ahora es Vicepresidenta de la Confederación Asiática. Imagen vía Youtube

Dodd y Bien-Aime lo ven un poco así, pero con la boca pequeña. VICE Sports ha entrevistado a ambas con la inestimable ayuda de Ségolène Valentin y Melissa Rincón, directoras de relaciones con los medios de la FIFA y la CONCACAF.

Tanto Moya como Sonia reconocen desenvolverse en un mundo caótico, al que podríamos definir como patriarcal, pero no pueden permitirse herir sensibilidades. Dodd es pragmática; Bien-Aime, más combativa, lo cual conlleva cierta teatralidad.

La australiana quiere ir paso a paso: "Dimos un gran paso garantizando el mínimo de seis mujeres en el Comité. ¡Está pasando!", explica Dodd, sabiendo que aún les quedan muchos objetivos que cumplir.

El mundo del fútbol está prestando más que palabrería a las mujeres

Sonia Bien-Aime, miembro de la FIFA

Bien-Aime complementa las declaraciones de Dodd: "Estas reformas han sido abrazadas por la mayoría de los miembros. Esto supone reconocer la importancia de la mujer en el fútbol y aceptar que estamos perfectamente capacitadas para desarrollar roles vitales".

Ambas inciden en la cuota, y por eso el debate de reducir la igualdad al término numérico parece una frivolidad. "Me gustaría vivir el día en que sea normal tener mujeres, sin necesidad de contar si se tienen las suficientes", responde Dodd, driblando un tema espinoso pero que, de momento y como paso transitorio, parece necesario.

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Bien-Aime se pone poética y explica que "las cuotas no son una limitación: garantizan la participación femenina. Utilizaremos esta oportunidad para empezar a construir desde ese mínimo, con la idea de que sirva para alumbrar el fútbol con una visión de liderazgo brillante que haga crecer estas cifras".

Sonia Bien-Aime, otra de las mujeres que no se dejó sobornar y que está liderando el cambio que se le exige desde ciertos sectoes a la FIFA. Imagen vía Youtube

Pero, ¿con cuántos años de retraso va la FIFA? Lydia Nsekera, primera mujer en el Comité Ejecutivo, tomó su cargo en 2013, 109 años después de la fundación. "Fue la primera, y el primero es importante. Nelson Mandela ya dijo que siempre parece imposible hasta que se hace", explica Dodd, saliéndose por la tangente para evitar valorar ese retraso.

Bien-Aime sale al corte y acepta que "el cambio es un proceso que a veces no tan rápido como nos gustaría". Aún así, parece que no le molesta que sea un camino lento de recorrer: "llevó años abolir la esclavitud y todavía más dar a las mujeres el derecho a voto, por ejemplo. Pero debemos celebrar el cambio".

Bien-Aime responde rotundamente a la pregunta de si no cabe esperar ninguna objeción al cambio desde la propia FIFA: "El origen de esta reforma está en la FIFA. El hecho de que haya sido aprobada por la mayoría debería silenciar a escépticos y objetores".

Los miembros de la FIFA representan la diversidad del mundo. Inevitablemente algunos son más progresistas que otros, pero hay un apoyo generalizado a los cambios que impliquen mejoras

Moya Dodd, exfutbolista australiana

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Dodd conoce las limitaciones de las mujeres asiáticas dentro y fuera de los campos: el fútbol es una representación de la sociedad que lo practica, así que suele ser más o menos sexista según donde se encuentre uno.

"La historia del fútbol, incluyendo la prohibición de que las mujeres lo jugaran, refleja la historia de la sociedad", incide Dodd. "Sí, existe sexismo igual que existen el racismo y otras formas de discriminación pero me gustaría ver al fútbol liderando a la sociedad para combatirlo".

"El fútbol tiene una influencia muy poderosa en las normas sociales y esta es una gran oportunidad. Creo que las instituciones y sociedades son mejores, más justas y más ricas cuando las mujeres pueden participar plenamente en ellas", continua Moya.

Bien-Aime niega la mayor cuando se le pregunta si el fútbol el sexista: "¡Yo diría que no!", afirma. "Diría lo mismo si me preguntaran si el fútbol a nivel global es racista. No es perfecto. Como de racismo, hay todavía focos de sexismo, pero la FIFA y otras confederaciones intentan enfrentarse a él. Ser entrevistada es un ejemplo de que esa generalización es errónea".

¿Fútbol mixto? ¡Cuidado!

Bernie Ecclestone, magnate de la F1 y reconocido agitador, revivía otra polémica al considerar que el mundo no tomaría en serio a las mujeres piloto. En fútbol, una mujer entre hombres ya no es tenida por intrusa, pero… ¿compitiendo con o contra ellos? Eso es harina de otro costal.

Preguntadas sobre si podría cuajar el fútbol mixto, que a edades tempranas se practica en muchos países como ejercicio competitivo y social, cada una toma un camino. Bien-Aime no quiere contestar, pero Dodd sí: Australia es de los países donde es más común que hombres y mujeres se enfrenten, aunque a veces, como con la reciente derrota por 7-0 de la selección femenina absoluta ante los cadetes de un equipo masculino, se reabra el debate.

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Los partidos entre sexos son beneficiosos para los niños. Normaliza que chicos y chicas puedan jugar entre ellos y ayuda a borrar diferencias que sistemáticamente perjudican a las chicas

Moya Dodd, exfutbolista australiana

"También es bueno para el desarrollo de jugadores de élite", prosigue Dodd. La reflexión sobre el futuro la deja abierta: "¿Quién sabe? Tener fútbol masculino y femenino diferenciados lo hace más accesible a aquellos que no quieren jugar fútbol mixto. Dar la opción de elegir es lo mejor", opina Dodd, dando por cerrado el tema.

Dodd, Bien-Aime y Nsekera—además de Fatma Samoura, primera secretaria general de la FIFA— tendrán pronto nuevas compañeras. Veremos si estos cacareados vientos de cambio siguen un camino firme hacia la igualdad o si en cambio siguen enredándose en matices que esconden un peligro troncal: la hostil fauna de una jungla reticente al cambio —y dueña de él— como lo es la FIFA desde que sus observadores tienen uso de razón.

Sigue al autor en Twitter: @m_manero