Cómo los ultras violentos pusieron de moda la ropa pija
Foto: manero.ru

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hooligans con camisita

Cómo los ultras violentos pusieron de moda la ropa pija

En los años setenta, los hooligans británicos empezaron a vestir marcas de lujo y zapatillas llamativas. Nacía un nuevo movimiento ultra: los Casuals.

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La cultura de los ultras en Alemania ha evolucionado en los últimos años y se ha transformado en un joven movimiento político y socio-cultural que va más allá de los equipos de fútbol: es una actitud, una válvula de escape tanto en lo político como en lo recreativo.

Cuando uno observa las omnipresentes chaquetas North Face y las zapatillas New Balance también entiende que es una cultura que tiene un componente de moda. Evidentemente, los orígenes no tienen que ver con Alemania… aunque el ideario ultra arraigó con fuerza con el paso de los años.

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Quién vivió en la Inglaterra de los setenta pudo experimentar —o al menos ver en televisión— la versión más gamberra de la hinchada del Liverpool FC en la grada Kop de Anfield.

Algunos jóvenes de la clase obrera de la época se vieron atraídos por el fútbol de los reds y, especialmente, por las intensas peleas contra las aficiones rivales: con el paso del tiempo la violencia se extendió al resto del continente europeo como algo más que una simple moda pasajera.

Sí, ahí en medio está Frodo haciendo de ultra tarado, pero en realidad se trata de un fotograma de la película Hooligans (2005). Imagen vía Baker Street Films

De repente era condenadamente importante ir no sólo a ver a tu equipo ganar el partido, sino hacerlo vistiendo unas Adidas, una bufanda Burberry y una cazadora Stone. ¿Qué había pasado? Pues que habían nacido los Casuals, un colectivo que ha sobrevivido hasta la actualidad.

¡Vaya, unos matones muy bien vestidos!

En los setenta, Liverpool era la medida de todas las cosas en el fútbol inglés. Año tras año, los reds participaban en las competiciones europeas y, sin importar dónde fuera el siguiente partido —Roma, París, Madrid…—, sus aficionados siempre estaban allí.

Por increíble que parezca, incluso los hooligans ingleses necesitan tomarse un descanso con las cervezas y las hostias. ¿Y qué hicieron? Pues tomaron las calles comerciales de estas ciudades en búsqueda de ropa deportiva: descubrieron modelos de zapatillas y marcas de ropa que no existían en la isla.

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Varios ultras haciendo de las suyas en Alemania durante los noventa. Imagen vía Wikimedia Commons

Los Casuals, eso sí, no solo buscaban una mejora estética con su nueva vestimenta: en la ropa de lujo encontraron una especie de camuflaje que les permitía pasar como un aficionado más a primera vista y evitar el escrutinio de la policía. Otra ventaja es que podían acceder más fácilmente a los garitos del club rival y, una vez dentro, empezar a repartir hostias a mansalva.

Los enfrentamientos fueron subiendo de tono y poco a poco se trasladaron fuera de los estadios hacia cualquier "territorio enemigo" —básicamente a pubs y discotecas—. Los Casuals no estaban solos y actuaban dentro de grupos más grandes llamados 'crews' o 'firms' (pandillas) que pasaban los ratos libres más allá del fútbol también juntos.

Estas pandillas eran las más ruidosas del barrio y estaban formadas por "un núcleo duro de 150 personas al que le unían hasta 500 en las gradas", según explica Thomas König, autor de un estudio sociológico sobre las aficiones radicales en el mundo del fútbol.

Dos de los grupos más célebres, por decirlo de alguna manera, fueron los Headhunters del Chelsea FC y los Inter City Firm del West Ham United. Que ambos colectivos de ultras naciesen en Londres no fue tampoco una casualidad, ya que en las zonas urbanas existía una mayor facilidad para el reclutamiento y una relación de rivalidad especial entre los equipos.

Retomemos de nuevo la vertiente fashion dentro de la subcultura de los Casuals. Las zapatillas de deporte —para ellos 'sneakers'— tenían una prioridad muy alta: llevar unas zapas sosas y aburridas era considerado un delito grave.

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Entre los modelos más populares estaban las Adidas Samba, aunque se trataba de encontrar los pares más llamativos y extraños del mercado. El ex líder de la banda indie The Farm Peter Hooton formó parte del colectivo, pero siempre se distanció de los excesos violentos. Aún así relató una curiosa anécdota al periódico escocés The Herald.

Las Adidas (modelo Samba) fueron una de las zapatillas más populares entre los Casuals. Imagen vía Youtube

El caso es que en 1981 el Liverpool ganó su tercera Copa de Europa en cinco años ante el Real Madrid. La final se disputó en París y los ultras de los reds se desplazaron a la capital francesa el fin de semana anterior al partido, que por entonces se jugaba entre semana. En el ferry de ida circularon los rumores de que existía una tienda única llamada Adidas Center.

Los hinchas estuvieron buscando el Santo Grial de las zapatillas todo el fin de semana sin éxito y se tuvieron que conformar con las tiendas deportivas de la ciudad. "Probablemente era solo un mito, no creo que existiera de verdad", recordaba Hooton. "Eso sí, el lunes por la mañana todas las tiendas de París estaban cerradas o al menos tenían un segurata en la entrada".

La película Diario de un hooligan mostró también la importancia de la marca de cazadorasStone Islands en el estilo de los Casuals, que se dedicó a reforzar los materiales de su línea de ropa —por motivos evidentes y de satisfacción del cliente, claro.

Según Phil Thornton, un antiguo Casual que escribió sobre el movimiento en un libro sobre la clase trabajadora, "a la clase obrera británica siempre le ha interesado el tema de la moda y la indumentaria para atraer la atención y también para indicar: ¡no podréis con nosotros!".

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Poca atención y mucho odio

Probablemente a consecuencia de sus habituales excesos violentos —por muy elegantes que fueran, seguían siendo vándalos— hay poca literatura sobre la influencia de la cultura Casual en la moda.

El movimiento ha dejado una huella marcada entre la juventud británica: cuando visitas cualquier campo de la Premier League, todavía se pueden ver las mismas marcas entre la indumentaria de los jóvenes.

Los Casuals, de hecho, fueron descubriendo otras marcas y otras disciplinas: se apuntaron a la moda de las chaquetas de tweed y a las marcas del mundo del tenis.

El ex-director general de Burberry, Rose Marie Bravo, comentó en una entrevista que muchos chavs —chusma de la clase obrera— eran (proletarios) que se habían apropiado de prendas que existían desde el nacimiento de su empresa en 1856. La imagen de la marca en el Reino Unido quedó muy herida: había muchos más chavs —donde podríamos encontrar a la mayoría de Casuals— entre las masas.

As a young Mod going to football Casuals were the bane of my life but the documentary on Netflix is pretty good. pic.twitter.com/eY6IzD4VFP
— Monkey (@MonkeyPicks) April 17, 2016

Dan Rivers —autor del libro You have just met the casuals y exmiembro de los Aberdeen Soccer Casuals— explicó la situación de menosprecio social de los Casuals en los siguientes términos: "A diferencia de los mods o los punks, nunca se ha teorizado sobre los Casuals desde el punto de vista sociológico".

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Ni las revistas de la época querían saber sobre el asunto: "Kevin Sampson escribió para The Face y les ofreció una pieza sobre los Casuals, pero se la rechazaron porque opinaban que era un tema que no le interesaría a nadie".

Los Casuals como medio de exportación

El movimiento que nació en Liverpool pronto se trasladó a Londres y al resto de latitudes del Reino Unido. La primera ciudad escocesa que entró en contacto con los Casuals fue Aberdeen.

Aquí un 'simpático' aficionado durante un partido entre el Newcastle United y el Birmingham City en 2008. Foto de Darren Staples, Reuters

El detonante del fenómeno fue un partido europeo entre el Aberdeen FC y el Liverpool en octubre de 1980, como describe Rivers al The Herald: "Ese día vimos que algunos de los hinchas del Liverpool vestían ropa deportiva elegante, chupas de diseño y zapatillas a la última".

La respuesta fue inmediata: los hooligans del Aberdeen se fueron de compras por toda Escocia en busca de ropa molona y pija.

Oportunamente, el Aberdeen —bajo la dirección de Sir Alex Ferguson, por cierto— obtuvo grandes éxitos en Europa en los años siguientes y sus aficionados pudieron gozar de los viajes para ver buen fútbol y, por supuesto, comprarse lo último de lo último en las mejores tiendas del continente.

La cantera de los Casuals en plena acción en una imagen del documental 'Casuals: the story of the terrace fashion'. Imagen vía Distrify Media

De los estadios a las discotecas

A finales de los ochenta, los Casuals se movían cada vez más lejos de los estadios de fútbol. Un motivo evidente fueron las dos tragedias devastadoras que marcaron un antes y un después en el mundo del balón: los desastres de Heysel en 1985 y la de Hillsborough en 1989.

Tanto el gobierno británico como la UEFA decidieron actuar con mano dura a partir de entonces y aprobaron una serie de medidas estrictas para cortar de seco con las actividades de los hooligans. Una de las medidas estrella fue eliminar las localidades de pie en los estadios, por lo que los Casuals perdieron su hábitat natural.

A principios de los noventa, la música electrónica empezó a popularizarse junto al nacimiento del éxtasis, una nueva droga de diseño. Los Casuals abandonaron el terreno de juego y se trasladaron a las discotecas como grandes protagonistas.

En la música, de hecho, hay varios ejemplos del legado Casual: el grupo Happy Mondays estuvo formado íntegramente por ex-Casuals vestidos con el look típico de las pandillas inglesas, y en la actualidad, Mike Skinner destila el mismo aire Casual que los hooligans de los ochenta —sin la violencia, claro.

Ahora mismo queda muy poco de los Casuals en sí mismos, ya que la mayoría han envejecido y la violencia en los estadios ya es un problema 'menor'. Eso sí, los Casuals más genuinos sobrevivieron al fin de la subcultura futbolística y siguen luciendo las mismas pintas que antaño… le guste a la industria de la moda o no.