FYI.

This story is over 5 years old.

nunca se había visto algo así

Nadie vio el mejor partido de baloncesto de todos los tiempos

Las mejores historias ocurren cuando no hay cámaras delante y este seguramente sea el ejemplo más cruel: los dos equipos de baloncesto más increíbles de la historia se enfrentaron... sin un solo espectador delante.
Imagen vía Reuters

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Típica situación: tus colegas se van de fiesta y te llaman, pero ese día, por lo que sea —trabajo, exámenes, pareja, un Apocalipsis zombi—, no tienes más remedio que declinar la invitación. Cuando vuelvan te dirán que ha sido la mejor fiesta de todos los tiempos. Fijo. Seguro.

Qué desastre, ¿verdad?

Pues eso es más o menos lo que ocurrió en Monte Carlo hace casi un cuarto de siglo, cuando el mejor equipo de baloncesto de todos los tiempos jugó un partido que nadie pudo ver.

Publicidad

Más baloncesto: Len Bias, el 'nuevo Jordan' a quien la cocaína destruyó

Mónaco, 1992. Once estrellas de la NBA —más un jugador universitario a quien le ha tocado el gordo— se divierten en los casinos más lujosos del mundo y pasean por las playas más glamurosas del orbe. Son el centro de atención. Podría ser un viaje publicitario… o que Larry Bird, Michael Jordan, Magic Johnson, Charles Barkley y Karl Malone, entre otros, fueran amigos íntimos y se hubieran ido de vacaciones.

Pero no. Es el 'stage' preparatorio para los Juegos Olímpicos de Barcelona'92. Y el equipo es el Dream Team, la mayor concentración de estrellas del baloncesto por metro cuadrado de la historia de la Humanidad.

Su entrenador, Chuck Daly —dos veces ganador del anillo de la NBA con los 'Bad Boys' de Detroit— sabía que no necesitaban siquiera entrenar para ganar el torneo. Seamos realistas: con el debido respeto para las demás selecciones, es obvio que no estaban ni de lejos a la altura de los estadounidenses. Sin embargo, Daly era un tipo exigente: faltaban solo tres días para que empezara la competición y veía a su equipo relajado… demasiado relajado.

Fue por eso que les preparó un entrenamiento que les haría despertar: una preparación única que consistiría en… un partidillo entre ellos.

Sí, como cualquier equipo de cualquier parte del mundo… pero con una diferencia: este no sería amistoso. Los jugadores se conocían de haberse encontrado en mil batallas, especialmente en los play-offs —Isiah Thomas, de los Detroit Pistons, no fue a los JJOO porque Jordan literalmente le vetó—.

Publicidad

Los Bulls de Jordan y Pippen se habían llevado el anillo en la temporada anterior y habían dejado en la cuneta a muchos de los que ahora eran sus compañeros: Patrick Ewing, cuyos New York Knicks habían caído frente a Chicago en las semifinales de Conferencia, o Clyde Drexler, que había perdido con sus Portland Trail Blazers en la final, podían dar fe de ello.

Sea como fuere, los jugadores se dividieron en dos equipos capitaneados por Michael Jordan y Magic Johnson respectivamente. Desde el inicio se vio que no habría carantoña alguna: los estadounidenses venían de perder un partido 'secreto' frente a un equipo universitario —una historia muy desconocida que tuvo como protagonistas a unos jovencísimos Penny Hardaway, Grant Hill y Chris Webber— y nadie estaba dispuesto a regalar nada.

Era un partido, además, entre dos generaciones gloriosas del baloncesto. Una auténtica batalla por el orgullo.

Junto a Jordan formaron Larry Bird, Clyde Drexler, Patrick Ewing, Scottie Pippen y Karl Malone; con Magic estuvieron John Stockton, Charles Barkley, Chris Mullin y David Robinson. Falta uno, el universitario Christian Laettner, pero no nos hemos olvidado de él: sencillamente, se quedó en el banquillo. Allí dentro, un chaval de 22 años solo podía tener una función: mirar y aprender.

El equipo de Magic empezó dominando, pero alguien fue un bocazas y se dedicó a hacer un poco de 'trash talk' con Jordan. El '23' se enojó: primero barrió a Drexler, a quien ya había derrotado en los play-offs, y posteriormente se dedicó a dejar por el suelo a cualquier defensa que se le pusiera por delante.

Publicidad

El propio Mike asegura que ese es el mejor partido que haya jugado en su vida. No se lo discutiremos: solo guardaremos una pena eterna en el corazón por no haberlo podido disfrutar en directo.

Jordan lo hizo tan bien que incluso Bird —que se pasó la mayor parte del partido tumbado en una esquina, cuidándose el maltrecho tobillo— se dirigió a Magic al acabar el partido y le dijo que su época había terminado: había llegado el momento del '23' de los Bulls. Magic se pasó todo el partido intentando atacar a Jordan para defender su orgullo, pero parar a Michael en sus mejores años era sencillamente una quimera. Solo Shaquille O'Neal pareció poder limitar a Mike en su día… y el gran Shaq no estaba en Mónaco ese día.

Si Jordan leyera este artículo, seguramente nos corregiría y nos diría que sus mejores años en realidad son los de la foto. Tampoco se lo discutiríamos. Imagen vía Wikipedia

Los miembros del cuerpo técnico pararon el partido antes que alguien se pasara de intensidad y se mostraron satisfechos con el trabajo de sus chicos. Tres días después empezaron los Juegos Olímpicos: la selección de EEUU literalmente aplastó uno por uno a todos sus rivales. El equipo de Daly ganó todos los partidos por una diferencia mínima de 32 puntos; en todos ellos su anotación alcanzó los tres dígitos.

Recapitulemos: Chuck Daly, el entrenador que contó con la mejor plantilla que jamás un técnico hubiera entrenado, alcanzó las máximas cotas de crueldad imaginables cuando les puso a jugar entre sí sin que nadie pudiera verles. Es una historia épica que tuvo dos ganadores: Jordan, que demostró a sus más ilustres compañeros que era indudablemente el número uno del mundo…

…y Christian Laettner, el único espectador que tuvo el partido y que podrá contar a sus nietos que él estuvo allí.

¡Qué cabrón, Chris!

Sigue al autor en Twitter: @21pauriera