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Mark Roberts

Una clase de invasión de campos con el mejor streaker del mundo

Al británico Mark Roberts no hay acontecimiento deportivo que se le resista. Desde la Super Bowl hasta la final de la Champions, su cuerpo desnudo ha sido visto por cientos de millones de espectadores.
PA Images

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Como no es de extrañar, y habida cuenta del tema del artículo, te vas a encontrar con desnudos frontales, y con un vídeo en el que se ve a un tipo de mediana edad bailando en pelotas en plena Super Bowl. O sea, que quizá mejor no lo leas en presencia de tu abuela o en el curro.

Si consigues responder a esta pregunta, te invitamos a nuestra plácida comida de Navidad. ¿Qué personaje inglés ha aparecido en los Juegos Olímpicos, la Super Bowl, la final de la Champions, la final de Wimbledon y varios partidos de la Premier League?

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La respuesta es Mark Roberts. ¿No has acertado? Pues vaya, al pequeño Mark también le corresponde llevarse su parte de gloria.

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Porque Roberts —un pintor de Liverpool de 52 años— es el indiscutible campeón de las invasiones de campo en pelota picada. Lo ha hecho 556 veces, entre las que se cuentan más de 70 desnudos en acontecimientos deportivos de primer orden.

Roberts vestido durante su conversación con VICE Sports. Imagen por Mike Henson

En contra de los rumores que apuntan a que se ha retirado, hay que decir que sigue en activo. "Necesito la energía", cuenta a VICE Sports. "No me va lo de estar encerrado en una oficina de nueve a cinco sin más. Todo el mundo necesita otra cosa —se trata de encontrarla. Y yo encontré la mía. Es intensa. Es la bomba. Fantástica".

La clave está en la preparación

"La gente se cree que tu simplemente te plantas ahí, te quitas la ropa y te pones a correr — pero hay mucho más", relata el popular exhibicionista deportivo.

Dicho esto, en realidad su debut, en 1993, en el torneo de rugby a 7 Hong Kong Sevens, consistió en eso. A lo que habría que añadir un hígado plagado de bebida y los cojones para aceptar una apuesta de bar. Cuando regresó a casa, donde el clima era más frío y los controles más estrictos, tuvo que esforzarse un poco más.

Roberts, animando la pista central de Wimbledon. Foto de Ian Hodgson, Reuters

Uno de sus primeros despelotes tuvo lugar en el Arsenal Liverpool de la League Cup de 1995, en Anfield. "Me subí a un taxi para recorrer los 10 minutos hasta Anfield. Pero cuando llegué había seguridad en la puerta. Había unos chavales jugando a fútbol afuera y les dije que le chutaran la pelota al guardia de seguridad. Él se fue a por ellos, y yo me metí hasta adentro.

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"Al poco estaba siendo fotografiado por toda la prensa frente a David Seaman, en el punto de penalti".

Para cuando acometió su asalto a la Super Bowl en 2004, Roberts se había convertido en una especie de Jason Bourne del desnudo. Se pasó un año planeando aquel golpe. Un contacto se acercó hasta el estadio Reliant de Houston, donde se iba a jugar el partido, para tomar fotografías de la seguridad. Su amigo Mick fue el cebo. Su trabajo consistiría en dejar caer un teléfono por encima del muro y que saltaría hasta la pista del estadio para distraer a los equipos de seguridad. Y lo mejor de todo, él iba con su disfraz.

"Me di cuenta de que con todo el espacio que había entre las gradas y el campo, no podía saltar y desnudarme directamente. Me verían venir de lejos. Y entonces se me ocurrió disfrazarme de árbitro".

Me compré sendos trajes oficiales de la NFL (Liga de Fútbol Americano de Estados Unidos) antes de ir, y me los llevé a una sastre de Liverpool. Me cambió las costuras con velcro. Me lo dejó clavadito.

"Fue una sensación maravillosa. Sabía que sucedería".

La invasión en la Super Bowl es probablemente su mayor logro

Improvisa y piensa como un fan

"En el día del partido me despierto con el estómago removido y el corazón a mil. No quiero hablar con nadie. En mi cabeza estudio todas las posibilidades, todos los detalles", cuenta Roberts.

A veces, sin embargo —a pesar de tu listado de planes— necesitas un poco de morro. A Roberts casi le pillan antes de invadir el campo en la Super Bowl. Entonces un guardia que le estaba registrando descubrió las costuras de velcro de su disfraz.

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"Simplemente le dije lo primero que se me pasó por la cabeza. O sea, que tenía una enfermedad en la piel y que necesitaba ponerme crema en las piernas", explica. "Entonces el tipo me levantó la parte de arriba y descubrió que llevaba rayas de cebra. Le dije que era el uniforme de la suerte que llevaba en todos los partidos".

Cuando saltó al césped del Bernabéu durante un partido contra el Mallorca, Roberts apeló al lado sentimental de un vigilante de seguridad. Le convenció de que abriera una puerta de la tribuna con el cuento de que había una mujer allí dentro a la que quería impresionar.

Una vez te sientas en tu sitio, debes mezclarte entre la multitud como un aficionado más para aumentar tus posibilidades.

"Te tienes que adaptar al comportamiento del aficionado", cuenta Roberts. "Yo grito y chillo como uno más todo el tiempo, mientras controlo a los de seguridad en busca de mi hueco".

"A menudo he estado de pie junto al segurata de turno. Pero mientras te muestres concentrado en la acción del campo, sudan de ti".

Los británicos, muy reacios a ver a un hombre mayorcito paseándose por los coliseos deportivos en pelotas. Foto vía PA Images

Tiempo y lugar

"Lo que quieres es convertirte en un pequeño entretenimiento más allá del partido", cuenta. "Así que tu timing tiene que ser muy concreto —digamos que si interrumpes una jugada de ataque te vas a ganar el enfado de los aficionados.

"Yo quiero que todo el estadio esté conmigo —incluso la policía y los jugadores".

Justo antes del principio de la segunda parte —con los equipos en fila y el público refrescado por la bebida de la media parte— es el mejor momento durante un partido de fútbol.

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Roberts no se conforma con ser una mota color beige en el margen de las retinas. "Siempre procuro llegar al centro del campo. Yo lo llamo el punto G porque una vez lo alcanzas, todo el mundo disfruta".

Roberts le marca un gol a Vitor Bahía durante una final de la Copa de la UEFA. Foto de Jeff J Mitchell, Reuters

"Tienes que tener claro lo que quieres hacer. En la final de la Champions de 2002 yo quería marcar un gol. Me fui directo a estrecharle la mano al árbitro en el círculo central. Sabía que me evitaría, y eso me daba la oportunidad de pillar el balón y colarme entre la defensa del Leverkusen para marcar. Chuté la pelota rasa y patiné sobre mis rodillas para celebrarlo", recuerda.

"La gente se volvió loca, y solo cuando me incorporé pude sentirlo todo. Hasta el rey de España me aplaudía desde el palco, de pie".

El principio del final

La imagen de los delegados enfundados en chalecos fluorescentes que persiguen a un tipo desnudo es lo más glorioso de las intervenciones. "Tienes que ser perseguido", cuenta. "Eso es lo más divertido para la afición, ver cuántos harán falta para detenerte. Es rollo Benny Hill".

Después de marcar el gol en la final de la Champions me incorporé, e hice señas a los de seguridad para que me siguieran. Pero se estaban partiendo la caja de tal manera, que ni siquiera podían. Me tuve que ir yo solo para no abusar de su hospitalidad".

En Old Trafford la seguridad no fue tan comprensiva cuando interrumpió un partido del Manchester United y fue derribado por una flota de 60 perseguidores que le entregaron a la policía.

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Roberts celebrando su 'golazo' en Leverkusen. Foto vía PA Images

Prepara tu defensa

Los momentos posteriores a la invasión acostumbran a ser tan delirantes como al invasión misma. Después de abalanzarse sobre David "huevos de oro" Beckham en su debut en el Bernabéu, provisto de sendas bolas de discoteca anudadas alrededor de sus ingles, se encontró en medio una habitación oscura donde la broma dejó de tener puta gracia.

"Yo salí como un árbol de Navidad. El cuerpo entero me parpadeaba", recuerda Roberts.

"Había un policía que no paraba de gritarme. No le entendía, pero sabía que me estaba pidiendo que las apagara… ahora. El problema es que había un montón de interruptores, así que tarde una eternidad, me la pasé revolviéndome la entrepierna en busca del interruptor adecuado.

Roberts durante un desnudo durante un partido del Real Madrid

Después de que uno de los jugadores de la Super Bowl le interceptara cuando corría por mitad del estadio con una pelota de rugby deshinchada cubriéndole las partes nobles fue evacuado de la cancha esposado.

"Los policías me preguntaron qué creía estar haciendo. "Solo quería hacer reír al gran pueblo estadounidense", les dije. "Para cuando llegué a la comisaría los policías estaban imprimiendo fotos de mi archivo policial para que se las firmara para sus amigos y su familia".

Claro que en los tribunales, se requiere una defensa ligeramente más sofisticada. Para los grandes trabajos, como la Super Bowl, Roberts lleva un número de teléfono de un abogado en su zapato, así que para cuando le devuelven la ropa, puede empezar a minimizar el incordio penal. En Texas estuvo a punto de ser detenido, hasta que sus prestigiosos abogados argumentaron que la inexistencia de una advertencia en la entrada sobre la etiqueta del público en el estadio significaba que no podía ser responsabilizado de todo.

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Logró escapar tras pagar una multa de 1 000 dólares.

Roberts en el British Open, abriendo nuevas posibilidades para el hoyo 19. Foto de Dylan Martínez, Reuters

Encontrar un patrocinador

Si un adolescente puede conseguir un contrato corporativo en la Premier League, un tipo que recibe la atención de 120 millones de espectadores también puede. Después de acumular casi 6 000 euros en multas es prácticamente una necesidad.

"2002 fue un gran año. Hice la final de la Champions, la final masculina de Wimbledon y los juegos de la Commonwealth. Entonces empecé a despertar la atención de la gente a nivel mundial. Me escribían y decían: 'Elige el evento que quieras y te pagamos el vuelo y los gastos'".

Cuando saltó al césped de la Super Bowl llevaba un anuncio de Golden Palace, un casino online estadounidense, estampado a tinta en su pecho. Cubrieron sus gastos, le pagaron los vuelos y las multas; y a cambio vieron como su tráfico online aumentaba en un 400 por ciento.

Hacer reír por encima de todo

"Una vez una vieja me reconoció en el autobús y le dijo a mi hija que tenía que estar orgullosa de su padre por lo divertido que era y lo mucho que la gente se reía conmigo. Creo que en casi veinte años solo me han reconocido tres personas. Después de veinte minutos hablando nos hemos ido por ahí a emborracharnos".

Hubo una columnista del The Guardian, Zoe Willliams, que se inventó la teoría de que los despelotes de Roberts eran "una exhibición atávica de la agresión masculina". Sin embargo, cuando la gente que te ve está sonriendo se hace difícil pensar en ninguna agresión.

La mezcla de deporte y nudismo parece británica, pero es universal. Más allá de consideraciones teóricas demasiado aparatosas, lo que no se le puede negar a Roberts es que es un tipo divertido.

Sigue en Twitter: @MikeHensonBBC