FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

¿Qué se supone que haremos con nuestras vidas cuando nos digan que el mundo se va a acabar?

La NASA dice que nos quedan 15 años. Yo -como el resto de mi generación- no tengo ni idea de qué hacer.

Ya es algo normal decir que "no hay futuro". Culpamos a la crisis financiera y al desempleo, culpamos a la ineficiencia del gobierno que no quiere ayudar, culpamos a nuestros padres y a los padres de nuestros padres porque no quieren compartir su riqueza, culpamos a las corporaciones y a todo el que se ponga a tiro. Y tenemos razón.

Estoy completamente de acuerdo con que todos estos problemas nos han vuelto un poco locos a todos y nos forzaron a llevar una existencia efímera de la que solo podemos escapar bebiendo, comiendo alimentos precocinados, pillando vuelos baratos, metiéndonos todas las drogas que se nos ocurran y obsesionándonos con descerebrantes juegos para el móvil. Pero, ¿qué va a hacer nuestra generación el día en que de verdad todo se vaya al carajo? No hablo de que cierre nuestra tienda favorita o de cuando la universidad cueste 30.000 euros al año. Me refiero a cuando el Armagedón empiece a llamar a la puerta.

Publicidad

El fin de los tiempos se ha intentado predecir desde el principio de la historia. Dios nos iba a matar. El diablo nos iba a matar. Después la bomba nuclear nos iba a matar. Y ahora los asteroides, el mar o nuestras propias acciones son las cosas que nos van a matar. Pase lo que pase, sabemos que la destrucción va a llegar y eso para los medios de comunicación en material de primera. A todo el mundo le interesa saber cómo se va a extinguir nuestra especie, todos vamos a hacer clic en esa noticia, el fin del mundo es el Santo Grial de los medios.

Desafortunadamente, cuando abres cualquier periódico, no encuentras a locos predicando el fin de los días, sino a científicos que suenan bastante serios. Esto aporta importancia no solo a temas como la gripe aviar o la lluvia ácida, sino a la idea del terror en sí, que sugiere que nuestra combinación de glotonería, estupidez y crueldad han jodido al mundo de modo irreversible y que el único futuro posible parece una peli de catástrofes dirigida por El Bosco.

El último estudio que leí, financiado por la NASA, ha señalado que aunque nuestra sociedad haya creado cosas como el Citalopram o Spotify, no somos inmunes a los mismos tipos de desastres que acabaron con otras sociedades del pasado y que nuestros hábitos de saqueo de la naturaleza tampoco nos están ayudando mucho.

Pero la auténtica pregunta sería, ¿qué vamos a hacer con esa información? ¿Aún podemos hacer algo?, ¿o deberíamos salir a la calle con unas cervezas y esperar a que llueva fuego y reine el caos? Pero una cosa es que los viejos escuchen que llega el fin del mundo y otra muy diferente que los jóvenes escuchen que no tienen futuro.

Publicidad

Si ahora tienes 20 años, ¿qué vas a hacer? ¿Para qué tener hijos o una carrera profesional? ¿Por qué no fumar? ¿Para qué formar una familia, estudiar o cualquier cosa que signifique hacer un poco de esfuerzo? ¿Para qué gastar nuestras jóvenes vidas en buscar la estabilidad material y financiera cuando todo se va a derrumbar en 15 años? ¿Por qué no simplemente volvernos locos y follar con cualquier persona que se cruce con nosotros?

No me sorprendería que pasara. No estoy seguro de que seamos una generación acostumbrada a afrontar la realidad y solucionar problemas, y por si fuera poco, las generaciones anteriores nos repartieron unas cartas realmente muy malas. La idea de una catástrofe global es tan difícil de imaginar que preferimos no hacerlo y mejor seguimos como si nada estuviera pasando, sin pensar en nada más que en lo que haremos el fin de semana.

El hecho es que nadie tiene ni idea de qué hacer para afrontar las predicciones que hacen las instituciones de investigación más respetadas del mundo. Puede que ya sea muy tarde para revertir los efectos de mil años de abuso de la naturaleza o para repartir mejor la riqueza, no es que fuéramos a hacer algo de todas maneras. Las soluciones parecen imposibles. Maldecimos a nuestros padres por jodernos el mundo, pero no recuerdo que nos quejáramos cuando nos llevaban en coche al colegio, cuando conducíamos por carreteras megailuminadas, cuando nos comprábamos vaqueros baratos o cuando nos íbamos de vacaciones por cuatro duros. Nosotros no empezamos el fuego, pero tampoco nos interesó mucho apagarlo.

Publicidad

Por lo tanto vivimos en un mundo en el que todos somos culpables y no hay nada que podamos hacer. Convertimos las noticias del apocalipsis en ajenas, algo que nos pasa desapercibido, otra cosa de la que pasar. ¿Para qué nos dicen todo eso? Sabemos que los glaciares se están derritiendo desde hace años, pero muy pocos han cambiado en algo su estilo de vida. Simplemente seguimos igual, quizá con un poco de suerte logremos que nuestra desaparición también nos importe una mierda.

Es cierto que ha habido muchas falsas alarmas con respecto al fin del mundo, mucha ciencia ficción y poca ciencia. Pero eso no evita que todos los problemas que se acumulan día con día nos estén llevando poco a poco hacia la destrucción.

El problema es que la ignorancia es muy cómoda cuando en realidad nos estamos extinguiendo poco a poco. Si no hay nada que se pueda hacer, mejor hagamos lo que hemos hecho hasta ahora: entrar en Facebook, chatear y emborracharnos hasta que el sol se extinga y los pájaros comiencen a caer del cielo.

Si hubiera que definir una emoción para nuestros tiempos sin duda sería la apatía: política, cultural de todo tipo. Todo sigue igual aunque la misma NASA nos diga que estamos a solo unas décadas de un colapso social.

Pero no pasa nada. Relájate. Aún tenemos el Candy Crush. Tenemos a Drake y a Rihanna. Es más fácil comprar hamburguesas que plantas. Todos vamos a morir. Y no hay nada que podamos hacer al respecto, ¿o sí?

@thugclive

Collages de Marta Parszeniew