Bruce Lee (I): hechos, ficción y leyenda de su combate contra Wong Jack Man
Illustration by Andrew Strawder

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Bruce Lee (I): hechos, ficción y leyenda de su combate contra Wong Jack Man

Las biografías y películas sobre Bruce Lee se olvidan siempre del seminal y definitivo combate que le enfrentó en 1959 al único luchador que le hizo sombra: Wong Jack Man.

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Sucedió a finales del otoño de 1964. Wong Jack Man se subió a un Pontiac Tempest de color marrón junto a cinco de sus hombres. El crepúsculo resbalaba sobre la bahía de San Francisco. El grupo salió de Chinatown y condujo dirección este hasta Bay Bridge. Allí, en Broadway Avenue, en Oakland, se levantaba la flamante escuela de kung fu de Bruce Lee. En las semanas previas al desplazamiento la escalada de tensión entre ambos bandos había crecido irremediablemente. Ahora, por fin, el duelo estaba servido.

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El enfrentamiento que tuvo lugar aquella noche a puerta cerrada en presencia de solo siete privilegiados espectadores se convertiría en uno de los duelos más insuperables de la historia de las artes marciales. Sobre aquella lona se postularon dos jóvenes de 23 años extremadamente fulgurantes. Ambos eran tempranos maestros marciales y ambos compartían un cautivador repertorio de simétricas virtudes —rollo ying/yang—. Por un lado estaba el asceta sosegado y por el otro, la incandescente estrella. La tradición contra la modernidad. San Francisco contra Oakland. O los shaolines del sur contra los del norte.

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Aquel combate iba a quedar grabado fuego en la memoria de ambos contrincantes. E incluso, años después, la extraña simetría que les equilibraba persistiría: uno vivió combatiendo en la sombra durante años, mientras que el otro se convertiría, gracias a su audacia, en un icono global de las artes marciales antes de su prematuro fallecimiento.

Ilustración de Andrew Strawder

Más allá de ser un choque de egos juvenil, aquel episodio tiene una dimensión mucho más profunda e indiscriminada. No solo determinaría la manera en que el futuro rey planetario de las artes marciales iba a entender sus futuras contiendas, sino que sería un episodio crucial en la batalla de dos paradigmas marciales opuestos. Si Bruce Lee es hoy el padrino ideológico de las competiciones modernas de las artes marciales mixtas, es, en gran medida, gracias al combate que le enfrentó a Wong Jack Man. Muchas de las técnicas que saldrían a relucir aquella noche serían enarboladas a finales de los 90 en los primeros combates de UFC. Ya entonces, una remota noche del 59, se quedó establecido de manera implacable qué técnicas funcionaban y qué otras eran un mero hype.

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Y, pese a todo, parece que el rastro de aquel enfrentamiento seminal se haya perdido a lo largo del último medio siglo. En este tiempo parece que la memoria de la contienda se haya debatido entre la absurda mitología urbana, y la obsesiva adoración heroica de Bruce Lee. Mientras Hollywood calienta motores para estrenar su sensacionalista representación de la batalla, una nueva oleada de información falaz empieza a arraigar de nuevo.

El nuevo y exagerado largometraje de George Nolfi, Birth of the Dragon (El nacimiento del dragón), retrata a Wong Jack Man como a un monje Shaolín en pleno peregrinaje. En un momento dado de su camino, Wong sumará sus fuerzas a las de Bruce Lee para enfrentarse a la mafia. La película supondrá una nueva vuelta de tuerca al ya maldito biopic sobre el legendario karateca estrenado en 1993: Dragon: The Bruce Lee Story.

Entonces la batalla seminal fue escenificada en un combate librado en unas mazmorras ante una suerte de consejo de sabios ninja. En la película, la batalla finalizaba con un golpe bajo de Wong, un patadón directo al espinazo de Bruce Lee. Basta con contrastar las ficciones con lo que sucedió realmente, para descubrir que la realidad es mucho más cautivadora que la mitología.

Oakland

Hacia principios de 1960, la zona de la bahía de San Francisco se convirtió en la sede del advenimiento de una poderosa cultura de las artes marciales. Esta sería promovida por una amplia variedad de talentosos practicantes llegados del sur de China, de Hong Kong y hasta de Hawái. Bruce Lee había llegado de Hong Kong y se había matriculado en la universidad. Todo parecía ir sobre ruedas, cuando el futuro héroe decidió abandonar la universidad abruptamente; decidió echar por tierra el camino que se había labrado en Seattle, y se trasladó a San Francisco para participar activamente en la pionera escena de la Bahía.

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Y lo que es más importante: aceptó una residencia en la ciudad de Oakland para colaborar con James Lee (con quien compartía apellido pero no parentesco), un obrero local que le doblaba la edad. James Lee se había ganado una estimable reputación como un sensato luchador callejero en sus años mozos, durante los que también se destacaría como culturista.

James había sido un pionero y seguía siendo uno de los principales innovadores de las artes marciales en Estados Unidos. Su mirada señalaba en la misma dirección que la del todavía primerizo Bruce Lee. Por aquel entonces James Lee se publicaba sus propios libros, diseñaba su equipamiento para combatir y hasta dirigía unos entrenamientos visionarios en el garaje de su casa. James no tardaría en introducir a Bruce en su grupo de talentosos y precursores colegas, entre quienes se contaban el maestro de jujitsu Wally Jay y el prematuro pionero del kendo y del karate estadounidense, Ed Parker. En 1963, James iba a producir e imprimir el primer y último libro de Bruce Lee — Chinese Gung Fu: The Philosophical Art of Self-Defence (Gung fu chino, El Arte Filosófico de la Defensa Personal) — a través de su propia editorial.

Bruce encontró en Oakland todo lo que buscaba: un laboratorio de artes marciales sin ánimo de lucro donde podía practicar y debatir con expertos y afines colaboradores sobre artes marciales las 24 horas del día y los siete días de la semana. La época de Oakland iba a marcar la vida de Bruce. Allí publicaría su único libro — lo que despertaría el interés de Hollywood—; libraría su legendario combate con Wong Jack Man, y sentaría las bases de su propio estilo marcial: el Jeet Kune Do.

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Pese a todo, tal es una época que ha sido ninguneada en la mayoría de trabajos biográficos sobre la estrella del kung fu. Y en ese sentido, Birth of the Dragon no es una excepción. La película ni siquiera incluye a James Lee en su guión y prescinde por completo de la época de Oakland. Prefiere situar toda la acción en San Francisco.

Chinatown

Al otro lado de la orilla, en su propia ciudad natal, Bruce Lee iba a encontrarse en permanente desacuerdo con la cultura de las artes marciales de Chinatown. En realidad, hasta ahora se ha escrito muy poco de los decisivos enfrentamientos entre Bruce Lee y los expertos en artes marciales del barrio chino. El primero se habría producido en la primavera de 1959, el año en que Lee había regresado a Estados Unidos procedente de Hong Kong. Como Lee no tardaría en descubrir, la escena de las artes marciales de San Francisco era extremadamente distinta a la escena de Hong Kong que él había conocido como adolescente.

Durante casi tres décadas, la cultura karateca de Chinatown fue dirigida por dos baluartes del tong — Lau Bun y TY Wong — cuyas pioneras carreras han caído en el ostracismo.

En la década de 1930, Lau Bun abrió la escuela Hung Sing, probablemente la primera escuela pública de artes marciales jamás abierta en Estados Unidos. Bun educaba a sus alumnos en una dura disciplina, que pronto se extendería al resto de expertos en artes marciales del barrio. Durante años, Lau Bun impidió que Chinatown se transformara en el escenario de violencia juvenil callejera que era el Hong Kong de Bruce Lee. Allí, en la China británica de posgurra de los años 50, los estudiantes de las distintas escuelas de artes marciales libraban auténticas batallas campales en mitad de las calles (y de las azoteas).

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TY Wong llegó a San Francisco a principios de los años 40. Como miembro recién incorporado a la sociedad tong (una sociedad secreta china) que dirigía Lau Bun, a menudo sería el encargado de poner fin a los comportamientos agresivos y borrachuzos que infestaban los clubes nocturnos de la Ciudad Prohibida, la zona de vicio y recreo ocioso de Chinatown. TY Wong terminaría fundando su propia escuela —Kin Mon— que se podría traducir como "el club de los estudiantes macizos". Y, al igual que sucedía con Bun, TY también impondría un código de conducta muy riguroso.

Cuando Bruce Lee llegó a San Francisco, la leyenda de Hong Kong le precedía. En la ciudad estadounidense era sabido que el joven Lee había practicado el Wing Chun junto a una pléyade de karatecas salvajes. Bruce se había pasado diez años estudiando el Wing Chun en la escuela de Ip Man en Honk Kong, donde desarrollaría apasionadamente la naturaleza sencilla y sobria que iba a definir su estilo. Económico, fulminante y directo. El Wing Chun aboga por un combate que incida en la línea del centro de tu oponente, con ofensivas ejecutadas a base de pequeñas patadas y de ganchos rapidísimos, infligidos a muy poca distancia del rival. Se trata de un estilo al que se tacharía de efectista, centrado en la obtención de resultados, un rasgo que sería fundamental para sobrevivir en las calles del Hong Kong de la posguerra.

No mucho después de llegar a San Francisco en 1959, Bruce Lee se vio implicado en un pequeño enfrentamiento con Lau Bun y con sus alumnos más avanzados en las calles de Chinatown. "Cuando Bruce llegó a Hung Sing no sabía nada de San Francisco", recuerda Sam Louie, uno de los estudiantes avanzados de Lau Bun en la época. "En nuestras clases éramos entre 8 y 10 alumnos. Bruce vino a alardear de sus llaves, y a intentar convencernos de que el Wing Chun era lo más. Así que nuestro Senséi le echó a patadas".

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Así que Bruce Lee empezó con mal pie su andadura en Chinatown. Aquel sería el primer episodio de una serie de enfrentamientos cada vez más irreconciliables. En parte, la tensión escaló debido a que Lee se convirtió en un acérrimo crítico de las aproximaciones más tradicionales a las artes marciales — lo cual, desde su reducida perspectiva Wing Chun — se traducía en proclamar que el estilo clásico era más pesado y menos efectivo.

Uno de los ejemplos más señalados del criticismo de Bruce Lee se encuentra deslizado de manera encubierta en su propio libro. El Gun Fu Chino…. Allí disecciona a partir de varias imágenes algunas de las técnicas que aparecen en los primeros libros de TY Wong. El análisis aparece en una sección titulada: "Diferencias entre Estilos de Gung Fu". Lee distingue lo que, a su juicio, son los "sistemas superiores" (esto es, su propio sistema), de otros sistemas "más lentos y semi-desarrollados (como los de TY Wong y de otros maestros "más tradicionales" como Lau Bun).

El libro de Bruce Lee no tardaría en salir a la venta por todo Chinatown, y sus arremetidas no pasarían desapercibidas entre sus rivales. De manera que cuando TY Wong se refirió a Lee como a "un disidente mal educado", la mayoría de los expertos en artes marciales de Chinatown le secundaron.

Más o menos al mismo tiempo en que el libro de Bruce fue publicado, Wong Jack Man apareció en Chinatown. No tardaría en reivindicarse como un luchador insaciable y de técnica muy depurada. Él sería el primero en importar en el barrio el estilo del norte, algo que demostraría con un porte "elegantemente atlético".

Wong Jack Man representaba casi todo lo opuesto al Wing Chun: su estilo era expansivo y acrobático, y estaba desplegado alrededor de ataques de largo alcance. Su clase no tardaría en poner a Chinatown a sus pies: el barrio acogió tan ávidamente al nuevo héroe como despreció a Bruce.

Esta serie continua mañana con la publicación de la segunda parte.