El Culto: Anderson Silva

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El Culto: Anderson Silva

Anderson Silva se mantuvo invicto en el octágono durante 16 peleas consecutivas y se convirtió en el hombre más temido de la UFC.

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Grado de culto: el ataque

¿Alguna vez has echado un vistazo al pasado y has pensado en lo bien que solía irte en la vida? Aquel período que no era un calvario y en el que, por alguna razón, todo te salía bien. Cuando piensas en aquellos tiempos es inevitable preguntarse, "¿Cómo le hago para regresar a ese entonces?" Bien, déjame decirte que nueve de cada diez veces no podrás. Se ha ido. Para siempre. Tu cuerpo ha cambiado. El camino a tu trabajo es una odisea. Tu nueva relación es más complicada por la seriedad de la misma. Tus pantalones están sucios pero posiblemente aguanten otra puesta. Estás lejos, muy lejos de tus años dorados. Tu racha victoriosa se ha terminado y requerirá un tremendo esfuerzo de tu parte recobrarla.

En el ámbito deportivo, esta racha, esta forma ganadora, es mucho más difícil de recuperar. Cuando te das cuenta que se ha ido, todo se viene abajo (casi siempre). Podría decirse que el Arsenal jamás se recuperó de la derrota que le arrebató su racha invicta de 49 partidos. Después de que Mike Tyson y el Príncipe Naseem Hamed perdieran el invicto ya no brillaron como antes. Rafael Nadal nunca recobró su estatus como Rey de la Tierra Batida cuando su racha de 81 victorias consecutivas llegó a su fin.

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A veces es un asunto psicológico: el aura de invencibilidad se ha ido y los rivales lo pueden percibir. A veces tiene que ver con el paso del tiempo: los años no perdonan y con ello las habilidades se van difuminando, la velocidad ya no es la misma ante rivales más jóvenes. Sin embargo, no importa lo que suceda después de las rachas ganadoras siempre serán recordadas. Los creadores de récords se convierten en leyendas.

En el caso de Anderson Silva, su inigualable marca de 16 victorias consecutivas en UFC es la cúspide de su carrera. Fue una época determinante para el larguirucho brasileño en la que toda pelea solía favorecerle y en la que fue considerado el mejor luchador de artes marciales mixtas de todos los tiempos. Pero como todo lo bueno en la vida, su racha llegó a su fin, y pocos creyeron que los buenos tiempos podrían regresar.

Punto de entrada: vía rodillazo volador

Los inicios de SIlva en las MMA no fueron nada fáciles. Creció en extrema pobreza en la ciudad de Curitiba, Brasil, y su primer encuentro con esta disciplina fue aprender jiu jitsu brasileño de otros niños de su colonia porque era demasiado pobre para ir a clases. Finalmente, sus padres ahorraron el dinero suficiente para que aprendiera taekwondo, y al igual que en el jiu jitsu, Silva se convirtió en un cinturón negro. Después obtendría el mismo rango en judo y el amarillo en capoeira, mientras que al mismo tiempo era considerado un boxeador ordenado y feroz, de muay thai. Antes de que las siglas MMA existieran, Silva era ya la encarnación natural de lo que después englobaría, y su combinación de ataques y técnicas de agarre de las diferentes escuelas de artes marciales fue lo que pavimentó el camino para convertirse en una de las fuerzas al ataque más imponentes de los deportes de contacto.

Antes de que la UFC se convirtiera en el monstruoso monopolio de las MMA que es hoy, existía una gran variedad de promotoras de bajo nivel donde los luchadores podían mostrar su habilidades. El joven Silva peleó en Japón y Reino Unido en peso wélter para Pride and Cage Rage. Aunque para esas alturas no poseía la fuerza demoledora que mostraría en UFC tiempo después, Silva mostró destellos de su capacidad al noquear a Carlos Newton con un rodillazo volador en Pride 25.

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No fue hasta 2006 que Silva fichó por la UFC en peso mediano; fue en ese entonces que su estilo de pelea y racha ganadora atrajeron la atención de todos. Silva estableció la marca, aún en pie, de 16 victorias consecutivas y 10 defensas exitosas de su campeonato mediano. La racha se extendió 2.457 días, y dado que un enfrentamiento en esta disciplina es bastante impredecible, su récord es posiblemente inalcanzable. Bajo la guía de su nuevo gimnasio, Black House, Silva perfeccionó su estilo agresivo contragolpeador que combinaba el movimiento de cabeza del boxeo, la fluidez del cuerpo del capoeira, la precisión para pegar patadas del taekwondo, y los mortales rodillazos del muay thai. Si añadimos puntería para golpear, la habilidad para cambiar de guardia, y un repertorio decente de sumisiones y derribes, obtenemos un luchador muy cercano a la perfección de las artes marciales mixtas.

En casi todas sus peleas existen ejemplos de su talento. Ante Stephan Bonnar, Silva exhibió todo su repertorio. El brasileño incitó al luchador nacido en Indiana para que lo atacara y así poder contragolpearlo. Silva noqueó a Bonnar con un rodillazo volador de una forma tan "simple" como si se hubiese tratado de una sesión de entrenamiento.

Nos disculpamos por la música del vídeo

En el primer minuto de su primera pelea en peso semicompleto ante el corpulento James Irvin, Silva interceptó la patada del californiano y en un solo movimiento lo golpeó en la cara mientras aún sostenía su pierna. Irvin se precipitó hacia la lona en posición fetal, lo cual le permitió a Silva acabar con el combate.

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Cuando Silva se enfrentó a su compatriota Vitor Belfort en UFC 126, la pelea terminó en el primer asalto con una patada de Silva en la cara de su rival. No hubo un aviso, ni siquiera Belfort tuvo tiempo de reaccionar cuando Silva ya había girado su cadera y colocado su pie en la barbilla de su compatriota.Todas estas peleas presentaban ejemplos del talento de Silva por medio de movimientos artísticos dotados de una estética maravillosa.

Pero el tiempo, como la gravedad, el amor y el alcohol, tarde o temprano se burla de nosotros. Ni siquiera Anderson Silva fue la excepción a la regla. Su racha ganadora se precipitó de manera contundente, ya sea porque sus reflejos desaparecieron con la edad o porque se durmió en sus laureles o quizás porque la volatilidad, competitividad y crueldad de este deporte lo alcanzaron. Su primera derrota se dio a manos de Chris Weidman, aunque éste no fue el primero en exhibir la vulnerabilidad de Silva. En UFC 117, Chael Sonnen conectó más golpes al brasileño que cualquier otro rival en las 11 peleas anteriores, y Silva apenas se llevó la victoria por una sumisión. Aunque salió victorioso aquella noche, el modo para vencer a Silva se había revelado. Weidman siguió todos los pasos, Silva puso en práctica sus trucos de siempre, pero Weidman conectó más golpes, y finalmente noqueó al brasileño.

Fue esta derrota la que marcó el final de la fuerza devastadora que Silva había mostrado durante su legendaria racha. Sonnen y después Weidman habían demostrado cómo derrotarlo, que no era invencible y que poseía defectos como cualquier otro luchador; desde aquella noche la carrera de Silva no ha podido llegar a las mismas alturas. Todo esto empeoró con la fractura de la pierna del brasileño en su revancha contra Weidman, lesión que muchos creyeron sería el final de su carrera.

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No lo fue pero quizás debió serlo. Regresó al octágono, pero daría positivo por esteroides después de su primera victoria de regreso sobre Nick Diaz en UFC 183. Silva, en aquel entonces de 40 años, comentó que su prueba positiva había sido causa de una droga contaminada para mejorar el desempeño sexual que un amigo le había dado.

Desde entonces, Silva ha perdido dos de sus tres peleas, y su única victoria estuvo llena de polémica. Su carrera en la actualidad está en caída libre, y las pruebas antidopaje dejarán una gran mancha en su legado. Es una pena, no sólo para Silva, sino para todo el mundo de las MMA y la promotora UFC.

Muchos creen que el estatus de Silva como el mejor luchador de todos los tiempos es incuestionable, ya que el consumo de esteroides no pudo haberle ayudado para convertirse en el mejor. Sus seguidores argumentan que sólo consumió las sustancias prohibidas para recuperarse de su lesión, la cual ocurrió al final de su carrera.

El Momento: Silva vs. Forest Griffin, UFC 101

Aunque existen otras peleas donde Silva mostró una variedad más amplia de habilidades al ataque, su encuentro con Forest Griffin, en ese entonces el rival más peligroso que el brasileño enfrentó, fue una verdadera cátedra.

En esta pelea vemos tres minutos de artes marciales mixtas sin tocar la lona. Griffin es conocido por ser todo un especialista para las patadas y tan rudo como ninguno para aguantar castigo, sin embargo, Silva jugó con él de principio a fin. Los ataques de un contrincante más grande y pesado se vieron ridiculizados por los movimientos y la maestría de Silva. Griffin ni siquiera logra conectar un solo golpe en los tres minutos que permanece consciente; Silva lo noqueó tres veces. El último es quizás uno de los nocauts más increíbles que hemos visto.

La belleza de su golpeo es la prueba de la calidad de luchador que era Silva en su apogeo. No sabemos si tenía intenciones de conectarlo o si sólo se trataba de una manera de mantener a Griffin a la distancia. De cualquier forma, "el golpe" terminó la contienda de forma abrupta, y es considerado uno de los nocauts más impresionantes no sólo en la carrera de Anderson Silva, sino en la historia de UFC.

Palabras Finales

"Intenté golpearlo y, literalmente, movió la cabeza y me miró como si fuera un estúpido por haberlo hecho" –– Forest Griffin narra cómo fue pelear con Anderson Silva en lo más alto de su carrera.

Texto: @williamwasteman // Ilustración: @Dan_Draws