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pelotazos en el frente

La pachanga de navidad: el día que el fútbol detuvo la guerra

En medio de la sangrienta Primera Guerra Mundial, los soldados británicos y alemanes dejaron de matarse para compartir villancicos y fútbol el día de Navidad.

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Las navidades de 1914 no fueron, precisamente, las más festivas de la historia. Apenas hacía medio año que había estallado la Primera Guerra Mundial, y el corazón de Europa bullía de odio y metralla. En este contexto, el fútbol apareció como un rayo de esperanza en medio de un conflicto que se alargó hasta finales de 1918 y se cobró la vida de 17 millones de personas.

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Ocurrió en nochebuena y gracias a unos villancicos, aunque los historiadores nunca han determinado hasta que punto la leyenda es cierta. Sin embargo, una carta de un soldado británico a su hermano descubierta en 2012 relata cómo varios combatientes británicos y alemanes jugaron a fútbol durante la tregua de Navidad. El partido —o más bien la improvisada pachanga— terminó con un 3-2 a favor de los alemanes, pero el verdadero gol se lo marcaron ambos bandos al odio y al miedo.

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"Un mensajero llegó de las líneas alemanas y dijo que si no disparábamos el día de navidad [en referencia a la madrugada], ellos tampoco lo harían a la mañana siguiente", escribía el sargento Clement Baker el 29 de diciembre de 1914, cuando cesó la tregua no oficial. Según relata el soldado, alguno de sus compañeros chutó un balón desde la trinchera y los dos ejércitos se pusieron a patear el balón.

Soldados británicos jugando a fútbol durante la I Guerra Mundia. Imagen vía Twitter

Según apuntan los historiadores, la noche antes del encuentro, alemanes y británicos entonaron Stille Nacht, heilige Nacht —Silent's Night para los ingleses; Noche de Paz para nosotros. Y por la mañana, mientras algunos hacían rodar el balón, las salchichas, el licor y el tabaco corrían entre los corrillos de ingleses y alemanes. El idioma, claro, era una barrera, pero enseñar una foto de la novia o ofrecer un cigarrillo es un lenguaje universal, igual que correr detrás del balón.

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A pesar de las reticencias de los historiadores, la UEFA y la FIFA sí han asumido que se jugó al menos un partido de 90 minutos con porterías improvisadas, y por eso levantaron un monumento en Ypres, Bélgica, durante las celebraciones del centenario de la Gran Guerra.

Este parón en medio de la pesadilla solo ocurrió en algunos campos de batalla del frente occidental, y lo que está probado es que los mandatarios nunca ordenaron el cese de hostilidades a pesar de la rebelión navideña de esos soldados. Hace un par de años, durante el centenario del suceso, un anuncio viral de Sainsbury's situó al fútbol como elemento de paz entre trincheras.

Uno de los pocos testimonios supervivientes de la pachanga, el teniente alemán Johannes Niemann, contó su experiencia a la BBC en 1968. "Los soldados sajones y los escoceses pasamos el día fuera de las trincheras durante el día de Navidad. Hablamos e intercambiamos souvenirs, cazamos ciervos y jugamos a fútbol", recordaba. "De repente, un Tommie [así se llamaba a los soldados británicos] sacó un balón y empezó a hacer el tonto y patearlo, lo que llevó a un partido".

Las porterías se improvisaron con las gorras de los soldados, y el partido no fue muy bonito porque "el suelo estaba helado". Los alemanes, cuenta Niemann, ganaron por 3 a 2 sobre un terreno de juego del que tuvieron que sacar cadáveres y restos de proyectiles. Pehr Thermaenius, autor de The Christmas Match, localizó hasta 29 testimonios de soldados de ambos bandos que mencionan el partido para construir el relato más preciso que existe hasta ahora de la contienda.

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Otro detalle a tener en cuenta es que, durante la guerra, el periódico Daily Mirror invitó a sus lectores a enviar dinero para poder comprar balones y enviarlos a los soldados. En los rangos británicos, de hecho, se alistaron más de 100 futbolistas profesionales, algo que puede sonar raro pero es normal si pensamos que la First Division nació en 1888.

Dos figurantes se saludan durante la representación del partido que impulsó la UEFA durante el centenario de la tregua. Foto de Eric Vidal, Reuters

"Para quienes quieran creer que se jugó un partido, hay suficientes pruebas de que alguien chutó un balón en algún momento del día —además, los soldados siempre han sido, como a día de hoy, muy futboleros", explicaba Mark Conelly, profesor de historia militar en la universidad de Kent, al canal de historia de la BBC.

Otro historiador especializado en el conflicto, Taff Gillingham, ha confirmado que es imposible determinar si los soldados jugaron un partido, pero lo que es seguro es que el balón rodó por las praderas de Bélgica. "La mayoría de soldados británicos estaban más interesados en fraternizar con los alemanes: querían verles, hablarles, intercambiar fotos y comida". Lo normal, vaya; a nadie en su sano juicio le haría gracia estar pelándose de frío sin mover más que el dedo del gatillo desde un agujero en el suelo.

Soldados británicos y alemanes entierran a sus compañeros abatidos los días previos durante la tregua de Navidad. Imagen vía Wikimedia Commons

El caso es que, al menos en el bando británico, el fútbol fue un pasatiempo habitual durante el transcurso del conflicto; pasara lo que pasara, la tregua cesó antes de nochevieja, y los mandos oficiales se aseguraron mediante duras misivas de que nunca se repetirían los mismos gestos de hermandad entre las tropas el resto de la guerra.

El conflicto se alargó cuatro años, y ni el fútbol, ni el tabaco, ni el alcohol, lograron parar una barbarie humana que sería la antesala de lo mejor y lo peor del ser humano en el siglo XX.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41