FYI.

This story is over 5 years old.

lobatos con epilepsia

Los comentaristas japoneses deberían narrar todos los deportes

Los narradores de pruebas de motor en Japón son unos auténticos pirados de la gasolina, y deberías verles en acción si te piensas que lo de Andrés Montés era innovador.

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Probablemente nunca habrás visto ni escuchado una narración deportiva tan histriónica como la que te prestamos hoy. Ahora que Japón está de moda como destino turístico es un buen momento para presentar a sus maravillosos comentaristas deportivos, entre los que destacan, por méritos evidentes, los que se dedican a los deportes de motor.

Publicidad

Te recomendamos que, si vas a usar cascos para visionar el siguiente vídeo, te bajes un pelín el volumen. Bienvenido a la locura.

Sí, aunque no tenemos ni puta idea de japonés, nos queda claro que esta gente lo vive, lo siente hasta el alma. El truco del vídeo, y es que tiene miga, es que la retransmisión que escuchamos no es de la Nascar, como parece según la imágenes, sino que alguien ha hecho este montaje que, todo sea dicho, es más que convincente.

Eso no quiere decir, sin embargo, que los locutores y el documento original no existan. En realidad, esta gente se está volviendo loca por una carrera de drift —que va de coches que derrapan mucho, por si no sabes de que va la cosa—, lo cuál resulta todavía más maravilloso.

Llega el momento de intentar comprender qué dicen estos tipos más o menos, pero básicamente, y gracias a un alma caritativa en Reddit, se gritan el uno al otro cosas como "¡Oh, vaya, qué choque!", "¡Un accidente descomunal!", "¡Wow!"

Vaya, que así explicado no tiene ninguna gracia, pero si se lo haces narrar a la pareja Lobato-Merlós japonesa, la cosa gana mucho. ¿Y si pusieran a comentaristas japos en las retransimisones de Fórmula 1? Podría ser el hit televisivo de 2017, estamos seguros.

Te dejamos con una muestra más de las increíble agitación epiléptica de los locutres nipones, ¡qué maravilla!