FYI.

This story is over 5 years old.

Educación

Dejé la universidad a los tres meses y fue un acierto

En España el 22,5 por ciento de los estudiantes abandona sus estudios universitarios. Hablamos con los más precoces.
Foto vía el usuario de Flickr Universidad de Deusto

A estas alturas, Andy ya habrá terminado la universidad. Solo tendrá vagos recuerdos de cuando recorría a lomos de su imaginación el salvaje oeste junto a un intrépido sheriff de trapo o la inolvidable fiesta de cumpleaños custodiada por un guardián intergaláctico. En 2017 rondará los 25 años y le preocuparán otras cosas, como la reunión del viernes donde se ganará el ascenso en su trabajo soñado.

Pero, ¿quién nos dice que ese adolescente que se mudaba a la facultad en Toy Story 3 no volvió a casa a los tres meses espantado por una carísima y mala elección? Aunque pensándolo bien, quizás tendría más sentido si Andy se llamara Pablo y fuera español. Según los últimos datos oficiales de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), la tasa de abandono universitario creció hasta el 22,5 por ciento en 2016, por lo que no es descabellado pensar que ese mozalbete se asustó al descubrir que no iba con él eso que estudiaba, que le aburría soberanamente.

Publicidad

Susana Vera fotografía un aula semivacía de la Universidad Complutense de Madrid. Foto vía Reuters

Pero una cosa no quita la otra. Que no os engañen. Porque dejar la universidad a los tres meses no es ni mucho menos un fracaso, sino todo lo contrario. Denota determinación y tener la madurez suficiente para aceptar el error. Estamos en septiembre, las aulas se vuelven a llenar y seguro que se repite la misma historia.

Es un reflejo del pitote mental que tenemos los jóvenes, además de que la maldita matrícula no para de aumentar. Lluis Mas Manchon, coordinador de estudios en Publicidad y Relaciones Públicas de la UPF, desdramatiza el dato porque cree que "no debe tener tanto peso la tasa de abandono. El estudiante tiene que aprender a perder y a suspender. Rectificar es admitir que la carrera no es la que esperaba y no pasa nada si a los 22 años no te gradúas".

"El Sistema es demasiado paternalista y se tiene demasiado en cuenta la frustración del alumno porque lo que importa a la universidad es el número de la tasa de abandono a final de año" — Lluis, coordinador de estudios

Marc (24 años), por ejemplo, accedió a derecho tras no entrar en comunicación audiovisual. Qué tendrá que ver una con la otra, le pregunté. Me dijo que su primera opción era la que más le "gustaba" en ese momento, aunque reconoce que no se informó debidamente. "No recibí ninguna información sobre las carreras. Solo alguna charla en bachillerato. Fue insuficiente". El caso es que acabó entrando en derecho "por tema familiar. Mi padre es abogado y pensé que tendría sentido que yo también lo fuera. Además, creía que me podría gustar". Un clásico entre clásicos.

Publicidad

La desinformación es algo que se repite. Hago hincapié en este tema con Lluis, el experto, sobre esta contradicción. Si tenemos más especialidades y más información que nunca, ¿cómo es posible que haya personas que escojan su futuro sin tener ni idea de lo que van a estudiar? Se pone serio. Primero porque "el alumno cada vez es más indeciso y menos independiente. El Sistema es demasiado paternalista y se tiene demasiado en cuenta la frustración del alumno porque lo que le importa a la universidad es el número de la tasa de abandono a final de año". Por si no lo sabías, para estar arriba en los ránquines de las mejores universidades, cuenta la nota de corte y la tasa de abandono, me confirma.

Un alumno en soledad en la huelga de profesores del 26 de marzo de 2004 en la Universidad Sapienza de Roma. Foto por Alessia Perdiomenico vía Reuters

Asimismo, cree que "se debería cambiar el sistema educativo en competencias más universales. Los futuros estudiantes tienen que hacer lo que les apetece: 'en qué soy bueno y qué me motiva'. Si piensas en el futuro laboral a partir de los 14 años, es mucho más difícil. No se sabe cómo serán los puestos de trabajo en 2027; todo cambia demasiado rápido".

"Cuando uno va en contra de la mayoría social siempre se siente raro, pero creo que en estos casos lo mejor que puedes hacer es ser sincero contigo mismo y afrontarlo" — Adrià, estudiante

Hacer lo que nos gusta y de ahí hacia delante. Es algo que me encuentro una y otra vez. Laura (28 años) comenzó filología hispánica porque le atrae la literatura. Cuando empezó la carrera, vio que las salidas profesionales no le motivaban nada. No se veía de profesora o en una editorial. "Decidí hacer un cambio drástico antes que continuar. Fue difícil dejarlo a los tres meses, pero me sirvió para darme cuenta que, aunque me gustaba, no era algo para dedicarme toda la vida, sino más bien un hobby". Después de pasar un año trabajando, se sacó fisioterapia y ahora lo goza fuerte con su trabajo.

Publicidad

Aquí vemos a Laura acompañada de su calma y sosiego. Foto por Laura

Me imagino que tanto Laura como muchos otros, les habría venido bien más atención durante su educación. Adrià (22 años) lo tiene claro: "La orientación para escoger estudios tendría que ser más personalizada a medida que avanzas cursos. No sé, un mínimo de preocupación individualizada". Es muy crítico y me enfatiza varias veces esa carencia durante la educación. Él abandonó el grado de gestión y administración pública en el primer cuatrimestre y ahora está estudiando un ciclo superior de automoción y robótica industrial. Otro cambio drástico.

Por no hablar de ir en contra del resto. Cuando haces planes de futuro con un proyecto universitario, es normal que el entorno se extrañe si abandonas a las primeras de cambio. Al menos al principio. En ese instante eres algo así como la oveja negra por culpa de las dichosas metas sociales perfectas. Adrià sintió un poco de rechazo de familia y amigos. "Cuando uno va en contra de la mayoría social siempre se siente raro, pero creo que en estos casos lo mejor que puedes hacer es ser sincero contigo mismo y afrontarlo".

Marc estuvo perdido, pero después de reflexionar mucho frente al mar, encauzó sus estudios. Foro por Marc

Lo que realmente me llama la atención es que todos estos "fracasados" —según las estadísticas— aprovecharon para trabajar lo que les quedaba de año. Mientras sus excompañeros estaban salvaguardados en las aulas a sus 18 años, ellos dieron un paso al frente y no se acomodaron. Buscaron un empleo y comenzaron a ver cómo funcionan las cosas en el maltrecho mercado laboral. Tiendas de ropa, restaurantes de comida rápida, horarios intempestivos, sueldos irrisorios… La cara b del casete roñoso que no te enseñan en la facultad.

Publicidad

Pero no hay mal que por bien no venga. Después de dejar la uni a los tres meses y pasar un año de reflexión, todos volvieron a estudiar, aunque esta vez con más conocimiento y seguridad. Amara (28 años) me cuenta su caso. "Si hubiera seguido con la carrera de educación primaria, me estaría arrepintiendo toda la vida. Habrían sido años muy duros al estudiar desmotivada. Cuando decidí dejarlo estaba muy agobiada y lloraba por el fracaso, pero al año siguiente encarrilé mis estudios y ahora soy más que feliz trabajando de lo que realmente me gusta".

Amara en su trabajo más feliz que una perdiz. Foto por Amara

Estaremos de acuerdo que nos desmotivamos a las primeras de cambio, es un rasgo que nos caracteriza. No renunciamos a nada y cada vez tenemos menos paciencia. Laura me confiesa que "a lo largo de mi vida he querido ser de todo, desde periodista, hasta arqueóloga. Tenemos tantas alternativas que te vuelves loco". Que me lo digan a mí, que dejé la carrera de Biotecnología para estudiar Publicidad. Algo falla en este sistema cuando no es capaz de filtrar ese 22,5 por ciento de malas elecciones. Son muchísimos descarrilamientos como para personificarlo en fracasos.

"A lo largo de mi vida he querido ser de todo, desde periodista, hasta arqueóloga. Tenemos tantas alternativas que te vuelves loco" — Laura, fisioteraputa

Tanto si acabáis de comenzar la universidad, como si no os sentís muy cómodos con vuestros estudios, prestad atención a lo que me dijo el coordinador de la UPF. "No tiene sentido ofertar cada vez más y más carreras en función del mercado laboral del presente. El mercado de hoy, no tiene nada que ver con el futuro. Necesitamos volver a los fundamentos para que el estudiante explore más por sí solo, tome más decisiones y se motive. Solo así encontrará aquello que realmente le gusta". Pensadlo bien, seres del inconformismo, aún estáis a tiempo para remover lo que hay dentro y volver a empezar.