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Skateboarding

Pasamos una tarde de borrachera con el mejor skater de Europa

Daan van der Linden está viviendo el sueño de cualquier skater, y en el proceso está superando las gestas de sus ídolos. Su secreto, a pesar de todo, es mantenerse fiel a sus raíces.

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Cuando bajas del tren en Eindhoven y miras a tu alrededor, no parece que allí pueda celebrarse un evento de skate. Edificios altos y grises, hoteles con poca gracia y cadenas de comida rápida que alimentan a hombres de negocios hambrientos de camino a la oficina. ¿A esto le llaman spot?

Subo a un taxi, cruzo la ciudad y llego al skatepark Area 51; ahora me queda todo más claro. El paisaje ha cambiado por completo. Ni rastro de la ciudad moderna y aburrida llena de tipos con traje y corbata: aquí mandan la diversión y la rebeldía. Me encuentro delante de un edificio lleno de grafitis que esconde uno de los mejores skateparks que jamás he visitado.

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Estoy en Holanda para ver a Daan van der Linden, uno de los mayores talentos del skate europeo, en su salsa. La industria se lo rifa a sus 20 años; este chaval ha sido nombrado skater europeo del año y ha aparecido en la última portada de la revista Trasher Magazine. Todo esto, a su edad, no es moco de pavo precisamente.

Un retrato alternativo de la familia Van der Linden: Daan posa junto a su hermanos y sus padres en Eindhoven

Justo después de entrar en el park y pillarme una birra, Daan se me acerca con una sonrisa de oreja a oreja y un sudor que indica que lleva todo el día sobre la tabla. Buscamos un rincón más tranquilo y me encuentro en unas escaleras exteriores donde sus colegas están pasándose un peta y comiendo algo de pizza.

"¿Eres de Londres?", me pregunta. "¿Fuiste al estreno de Volcom el otro día?". Pues no, debo reconocer algo avergonzado. "Oh, pues no esperes mucha cosa de mi última parte de vídeo. La meten sin parar allí y es una mierda", comenta.

Intentando disimular que todavía no he visto Holy Stokes, le pregunto si ha tenido que esforzarse mucho para grabar esa parte del vídeo. "Nah tío, solo estuvimos haciendo skate y pasándolo en grande en la carretera. Era mi primer rodeo, así que fui a la mía e intenté patinar en cualquier spot que valiese la pena".

Discutiendo su parte, y de cómo la mayoría se rodó en Estados Unidos y muy poca cosa en Europa, Daan me habla de su gusto por lo clásico. "Aquí hay algunos spots increíbles, pero no estoy muy metido en la escena que existe, todo eso de ir a la moda. A mí me gusta la vieja escuela: está bien que haya gente que intenté cosas nuevas, pero a mí me va lo mío", explica.

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Sus gustos old school se hacen evidentes al pasar un rato más con él: a Daan no le interesa estar a la última ni usar su talento para ganar dinero. "Supongo que nunca imaginé que sería un skater profesional. Es algo que sencillamente ha pasado… ¡aunque mola mucho, la verdad!".

Daan tiene solo 20 años pero lleva gran parte de su vida haciendo skate. ¿Qué cambia cuando empiezas a vivir del skate? "Hay cosas que no son realmente sobre el skate que debes empezar a hacer, y cosas que tienes que hacer sobre el skate que en realidad tampoco tienen nada que ver con el skate", contesta el holandés.

"Harás algunos viajes donde tienes un truco como objetivo fijo, y a veces es algo forzado. Intento mantenerme al margen de esto, pero siento que si todo el mundo se lo pasa bien y esa es la prioridad, entonces el rodaje irá muchísimo mejor", añade.

Con una mentalidad más purista, que antepone la diversión al rendimiento por encargo, es normal que Daan haya elegido trabajar para marcas alternativas que representen una corriente que defiende los valores originales del skate como algo que debe huir de lo comercial.

"Cuando estaba creciendo, todo lo que podía pensar era dónde podría marcarme el siguiente frontside grind y cuándo podría volver al skatepark", recuerda.

Le pregunto ahora por sus skaters favoritos, sus ídolos de infancia. En su lista aparecen los nombres de Fred Gall, Dustin Dollin y Frank Grewer: ahora, Daan comparte equipo con la mayoría de ellos. Es algo que se me escapa, quizás el equivalente musical a ser un fan de The Clash de toda la vida y que un día venga el grupo a pedirte que toques el puto piano para ellos.

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"Al principio es un poco raro, pero cuando te acostumbras está bien. Para que me entiendas, Dustin Dollin es un tipo peculiar, y me encanta. De Frank Gerwer siempre veía un montón de cosas divertidas, y en realidad es lo mismo; es como ver un vídeo de Youtube en directo".

"¡Debe ser una locura!", le corto yo. Daan se parte: "Es bastante loco, a veces se me va la cabeza. Estoy en la camioneta con estos tíos y yo me pregunto '¿quién coño soy?' Lo que mola es que a ellos no les importa quién eres ni qué haces, son muy sencillos".

A estas alturas, siento que es el momento de preguntarle si se ha encontrado con personas que les importe un comino la credibilidad como skaters y que solo quieran más dinero y fama.

"Pues claro, pasa mucho", explica mientras alguien le pasa un porro. "¿Perdón, qué decías?"

Seguir con el interrogatorio sobre los imbéciles que hay en la industria del skate hubiera sido cansino, así que decido hablarle del que probablemente debe ser uno de los momentos más excitantes para cualquier skater: convertirse en portada de la Trasher.

"Vale, primero de todo tengo que reconocer que me gusta", comenta con un tono de autoridad. "La cosa es que no me gusta verme a mí mismo en las fotos, me pasa siempre. Eso sí, estoy contentísimo de haber conseguido esa portada tío, es genial. ¡La puedo colgar en mi habitación! Es una locura!".

"Cuando me enteré por primera vez, Jake Phelps [el editor de Trasher] me dio una pista cuando estaba en su oficina tres semanas antes de que el saliera el número de junio. Me dijo: 'Tienes la nueva portada'. ¿CÓMO? Después de eso no me dijo nada más y asumí que me la había colado, ¡pero después la conseguí de verdad! Pensé que no me la darían a mí, porque tampoco llevo mucho tiempo en esto. Vamos, que está genial salir".

Tras esta declaración de humildad, vuelvo al interior del skatepark donde ha empezado la sesión de 'trucos a cambio de premios' en el bowl. Daan se une pronto y patina más fuerte que nadie, haciendo aéreos gigantes, indys y eggplants a pesar de que lleva la tira de horas bebiendo y fumando.

Es otra demostración de que no le importa cuántas zapatillas reciba de gratis o cuántos ídolos puede considerar amigos: Daan siempre será un loco del skate que estará pensando donde marcarse el siguiente frontside grind.

El autor reconoce que se tomó alguna pinta de más durante la entrevista, pero el mérito es admitirlo en Twitter: @nathancopelin