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Los narcos y el balón (III): El Cambados, el equipo de pueblo que llegaba al campo en yate

En tres años, el Juventud Cambados pasó de preferente a segunda B, protagonizando uno de los ascensos más sonados de la historia del fútbol amateur gracias a la inversión de su presidente, el narcotraficante Sito Miñanco.
Foto: Richard Charlín

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En los años noventa hubo un equipo de fútbol que despertó el interés de toda España. ¿El Dream Team de Cruyff? Pues no, no hablo del Barça ni de ningún otro equipo de primera, sino de un club muchísimo más modesto.

El Juventud Cambados, el equipo de este pueblo de solo 13 000 habitantes, consiguió un ascenso fulgurante desde las ligas menores de las Rías Baixas gallegas hasta la segunda división B… en tan solo tres años. En esa época, el Cambados se convirtió en el tercer equipo de Galicia y cuentan que llegó a pagar mejores salarios que los históricos de primera, el Dépor y el Celta.

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Los narcos y el balón (II): Hablamos de fútbol con el hijo de Pablo Escobar

Evidentemente, detrás del éxito del Cambados había la figura única del narcotraficante Sito Miñanco. Con el dinero de la droga, ese equipo de quinta división subió como la espuma y, de no haber sido detenido por la policía, quien sabe si España hubiera visto al narcofútbol en primera.

Sito Miñanco, aplaudido por los jugadores durante la celebración del ascenso a segunda B. Imagen vía Diario de Pontevedra

"En esa época nadie sabía que Sito ya traficaba con cocaína, todo el mundo pensaba que trabajaba con tabaco. Si alguien lo sabía, se lo tenía bien callado", cuenta a VICE Sports Benito Leiro, periodista experto en narcotráfico y vecino de Cambados. El narco era un maestro de las apariencias y a la población no le importaba que ese hombre tan generoso liderara su club.

"Quería ganarse el favor de los vecinos, así que financiaba las fiestas del pueblo. El fútbol, evidentemente, entraba dentro del mismo objetivo", explica Nacho Carretero, periodista gallego y autor de Fariña. "Muchos narcos gallegos intentaban imitar las figuras de los capos del extranjero, sobretodo a Pablo Escobar. Sito fue el ejemplo más claro de esto".

Como Escobar, Miñanco sentía verdadera pasión por el fútbol, así que en 1986 compró el puesto de presidente e hizo una inversión fuerte para poder fichar a los mejores jugadores de la zona, muchos de ellos procedentes del Pontevedra, el Ourense y otros equipos más potentes. La temporada 1988-1989 fue histórica, y el Juventud Cambados subió a segunda B por primera y única vez.

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El Cambados quedó en cuarta posición en su primer año en segunda B. Aquí, los jugadores posan en el nuevo campo que financió Sito. Imagen cedida por Richard Charlín

"El pueblo lo vivió con muchísima ilusión, como es normal en estos casos", recuerda Richard Charlín, exjugador del club cuando subieron a la categoría de bronce del fútbol español. Los medios se hicieron eco de la gesta y el equipo llegó a salir en el telediario de la uno. "El primer año en segunda B estuvimos a punto de ascender [quedaron cuartos], y después ya nada. Dentro de nuestras limitaciones se hizo un grupo humano muy bueno, que es lo fundamental para triunfar en el fútbol".

Cuando el narco entró en el radar de la policía, allá por 1990, el equipo empezó a perder fuelle. "En el momento que vio que sus actividades cantaban mucho, él se apartó del equipo y puso a un hombre de confianza al frente", confirma Leiro. Charlín prefiere evitar los temas extradeportivos en nuestra conversación; VICE Sports también contactó con otro exjugador y un miembro del staff del equipo, que prefirieron no decir nada. "La gente no quiere hablar, en el pueblo sigue siendo un asunto peliagudo", nos cuenta Leiro.

El silencio se debe a las tres sentencias —más los 23 años en la cárcel— que definen la trayectoria delictiva de Miñanco: en 1983 fue condenado por contrabando con tabaco rubio; en 1994 por tráfico de drogas dentro de la operación Nécora de la Audiencia Nacional; y en 2001 —tras salir con la condicional en 1998—, por liderar una organización internacional de narcotraficantes. Una perla al que muchos temen, vaya.

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Según recuerdan los vecinos de la época, y como las fotos de archivo confirman, la estética de Miñanco era muy similar a la de Escobar: allí estaban las camisas impolutas, los trajes claros, el bigote calcado y, por supuesto, su pasión por el balón. "Lo de Sito era ostentación aplicada al fútbol", define Carretero. Cuando el equipo subió a segunda B, el narco se los llevó de gira por Panamá y Venezuela.

Carlos Bericart, exjugador del equipo, decía en este reportaje que lo que ocurrió sería difícil de repetir porque "se juntaron jugadores que podrían haber jugado en otras categorías, pero por las circunstancias, acabaron jugando con nosotros".

"La gente se piensa que fuimos de fiesta o algo, pero jugamos cinco partidos en doce días", asegura Charlín, que se ríe cuando le comento si es cierto lo que dicen de los hoteles de lujo y los campos de golf. "Nos dejaron unos palos y dimos unas cuantas bolas en medio de la calle, pero eso no es jugar". Según él, ir a de gira a latinoamerica no era algo tan raro para un equipo de su categoría. "El Lalín [que jugó en segunda B] había estado antes que nosotros en Venezuela, y no he leído nada sobre ello en la prensa".

Tras la gira por Panamá, Sito volvió con una nueva novia, Odalys Rivera, sobrina de un ministro del dictador Manuel Noriega, y era frecuente verle en las gradas junto a las chicas de las barras americanas de la zona. Los vecinos cuentan que paseaba por el pueblo con un Ferrari Testarossa —aunque Richard dice que solo le vio en un Mercedes blanco— y que el narco, en ocasiones, llevaba a los futbolistas al campo en yate o en una lancha motora grande.

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Fuera como fuera, en la gran temporada del Cambados, la población, el alcalde y la prensa presumieron mucho de equipo. El mérito deportivo, al fin y al cabo, estaba allí, y en el pueblo todos sabían que su presidente era un contrabandista. Como el campo antiguo se quedó pequeño, Miñanco puso el dinero de su bolsillo para construir uno nuevo con una grada de 2 000 espectadores.

El alcalde de Cambados, Antonio Pillado, entrega una placa en conmemoración del ascenso a Sito Miñanco. Imagen vía La Voz de Galicia

Varios miembros del club participaron en las actividades ilegales del presidente, y de hecho había un grupo de hinchas radicales que se hacía llamar Comando Legal —un nombre inspirado en ETA—. "En esa época, los ultras del Cambados eran a la vez espías de Sito. Apuntaban matrículas, vigilaban a la policía y se enteraban de todo lo que pasaba en el pueblo para avisarle", cuenta Carretero.

En Cambados todos saben que a los futbolistas les pagaban con bolsas de dinero, a lo que Richard, lejos de sorprenderse, responde si eso era realmente algo raro, "¿qué equipo de fútbol no cobra en negro?" Según su relato, en los vestuarios no hubo bolsas, pero sí sobres a lo Bárcenas.

***

Desde entonces, en Cambados ha llovido mucho. Actualmente el equipo juega en la primera autonómica (sexta división) después de ascender de segunda el curso pasado. En 2014, cuando se cumplieron 25 años de aquel ascenso histórico, los veteranos se reunieron para recordar sus batallitas. "Con la mayoría del grupo nos seguimos llevando muy bien", comenta Richard, que más adelante fue presidente del club.

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Varios de los miembros de la gesta del Cambados, reunidos 25 años después en el concello. Imagen cedida por Richard Charlín

Él reivindica el mérito deportivo de su gesta más allá de la inestimable ayuda de las narcopesetas. "Tu vas a un equipo de fútbol, no vas por una persona en concreto. Lo máximo por un entrenador, no por un presidente. Es una pena, porque todo el ruido nos quita mérito a los jugadores en lo que fue un ascenso estrictamente deportivo", sentencia.

La herida del narcotráfico en Galicia sigue abierta, y en el caso concreto de Cambados hay que decir que el miedo a hablar del tema puede deberse a que Sito Miñanco sigue visitando el pueblo cuando tiene permiso penitenciario. Y es un pueblo pequeño, donde todos se conocen.

El joven narco que jugó a ser el Pablo Escobar gallego ya tiene 61 años, y cumple condena en una cárcel de Algeciras donde se le presumen nuevos trapicheos. En teoría, su libertad podría llegar en 2018, pero un proceso judicial abierto puede dejarle más tiempo entre rejas.

En 1993, había quienes cantaban que Sito era un preso político, un ejemplo más de su ascendencia en la cultura popular gallega. Su historia y la del Cambados son una de las mejores crónicas del narcotráfico en nuestro país. Te dejo con el temazo.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41