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máquinas perfectas

Nadie hace caso a los San Antonio Spurs —y eso es terriblemente injusto

Dos generaciones distintas se reparten los minutos en el equipo de Gregg Popovich... y las dos funcionan como un reloj. ¿Por qué nadie menciona nunca a San Antonio, si siempre lo hacen (casi) todo bien?
Photo by Soobum Im-USA TODAY Sports

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Si no fuera por la deslumbrante actuación de los Golden State Warriors, estaríamos hablando de los San Antonio Spurs. Es un tema al que estamos acostumbrados: a nadie le sorprende que el equipo de Gregg Popovich tenga el segundo mejor registro de la NBA, compartido con los Cleveland Cavaliers.

En general, los Spurs no levantan tanta expectación ni reciben tanta atención como otros equipos (llámale Lakers, Bulls o incluso Celtics), y la cosa es especialmente sangrante si tenemos en cuenta los éxitos que han sumado a lo largo de los últimos años. Leer cosas como "San Antonio sigue haciendo las cosas muy bien", al fin y al cabo, no es atractivo".

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Pero qué queréis, es que San Antonio sigue haciendo las cosas muy bien.

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Se suponía que este año los Spurs debían ser un buen equipo, aunque todo el mundo les habría perdonado si su arranque hubiera sido algo lento. Popovich trajo a LaMarcus Aldridge como agente libre: pescaron al pez más gordo de la temporada baja y pavimentaron el camino para una era post-Tim Duncan —una época que llevamos esperando cada año desde hace una década.

Aldridge es, quizás, el agente libre más talentoso que los Spurs hayan fichado en su historia; junto al ruidoso Kawhi Leonard, que apareció de la nada para convertirse en un auténtico fenómeno, parece destinado a guiar a San Antonio en el futuro. Desde luego, Aldridge y Leonard tienen potencial para liderar un cambio muy esperanzador… pero ningún cambio es gratuito.

Aldridge, con todo su talento, es un punto culminante ofensivo —algo que el sistema de San Antonio aborrece. El juego de los Spurs destaca por buscar tiros abiertos en zonas de alto porcentaje, sin importar el tirador, en vez de intentar que su mejor jugador tire en ventaja; Aldridge, en cambio, es un jugador específico con una posición en el campo determinada. Su presencia podría descolocar muchos sistemas, pero a la vez su llegada ofrece una amplio abanico de posibilidades a la evolución… tanto del jugador como del equipo.

Por lo que hemos visto, el equipo sigue formándose. Las decisiones de San Antonio esta temporada son cerca de una décima parte de segundo más cortos; la calidad de las elecciones de tiro sigue sin cambiar, igual que su ritmo y la cantidad de movimientos de sus jugadores. Todo para decir que han estado haciendo las cosas muy bien: hasta el momento, han logrado su cuarto mejor SRS (la diferencia de puntos ajustada a la dificultad) de la última década.

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"¡LaMarcus! ¿Pero no ves que el espacio libre está allí, hijo de cántaro?". Foto de Jayne Kamin-Oncea, USA TODAY Sports.

Con las incorporaciones de Aldridge y David West, el plantel de San Antonio ha crecido tanto en número como en recursos. Hasta el momento, Aldridge ha jugado más del 70% de sus minutos junto a Duncan o West. Este tipo de alineaciones han sido especialmente útiles en defensa: asfixian equipos sin hacer faltas, y realizan un gran trabajo a la hora de cerrar y rebotear —mejor que nadie en la liga, de hecho. Es curioso el paralelismo con el pasado: diez o doce años después, Leonard interpreta el personaje de Bruce Bowen, West y Aldridge hacen de Malik Rose y Robert Horry, y Tim Duncan… bueno repite su papel como Maestro del tiempo y el espacio.

Dicho resplandor defensivo será de ayuda en la postemporada. Aunque Aldridge siga trabajando para encontrar mejores y más variadas posiciones y Danny Green lance menos del 30% de tres puntos, los Spurs siguen siendo uno de los ataques más eficientes de la liga. Ayuda el hecho que Leonard esté jugando como un candidato legítimo al MVP —sin perder de vista a Stephen Curry, al menos— y los Spurs han logrado esta transición de una forma sorprendente.

A pesar de que los minutos para Duncan, Tony Parker y Manu Ginóbili continúan disminuyendo, su efectividad sigue igual. Ginóbili está pasando por la que podría ser su mejor temporada, por increíble que pareciera hace unos meses; Parker lleva un inicio de campaña más que decente. Duncan, por su lado, es un GIF humano: un discreto resplandor puro sobre una secuencia de seis segundos.

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"…y luego insertas la segunda variable, lo multiplicas por el coeficiente equivalente a la cifra inicial y… eh, ¿me estás escuchando, LaMarcus?" "¿Eh? ¿Qué? Oh, sí, sí, claro, Tony". Foto de Soobum Im, USA TODAY Sports.

Siempre me ha gustado imaginar a los Spurs como una máquina de la Revolución Industrial: un perfecto ensamblaje de engranajes y cintas, todas cromadas, intercambiables pero al mismo tiempo distintas. Si hay algo que esta temporada nos ha mostrado, es una máquina mucho más avanzada: el equipo de Popovich es como un T-1000, un enorme monstruo líquido capaz de encajar todos los embates y regenerarse como si nada.

Aún estamos en el primer mes de la temporada y quedan bastantes pruebas a la vista: los Spurs no se enfrentarán a los Cavaliers y Warriors hasta mediados de enero. Es probable, sin embargo, que Popovich reaccione de forma pasiva-agresiva y decida escoger la misma respuesta para cada una de dichas pruebas.

Se supone que estas primeras semanas San Antonio debió haber perecido y caído como simples mortales… pero no. Lo sentimos. Tal vez suceda en 2016, o tal vez nunca. Definitivamente no son los mismos Spurs. Seguirán descifrando lo que quieren ser, y lo harán mientras suman victorias como el equipo que solían ser. Está claro que como titular quizás no sea atractivo, pero los San Antonio Spurs siguen haciendo las cosas muy bien… y nada parece sugerir que vayan a detenerse.

Sigue al autor en Twitter: @HickoryHigh